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lunes, 30 de noviembre de 2015

viernes, 27 de noviembre de 2015

si muero esta mañana


si muero esta mañana
morirá también una hembra abandonada
morirá un caballo blanco y negro caminando de espaldas
morirá el silencio y el silencio de una gana
morirá atahualpa yupanqui
morirá un ciempiés que nunca ha visto la mañana
morirá una rosa que no he visto y una palabra larga
morirá una vieja guerra entre mi ser y la nada
morirá una comadreja que siempre estuvo asomada
morirá un soneto de memoria
morirá una sempiterna canción de soledad olvido y agua
morirá también una escalera nunca del todo escalada
morirá una sombra gorda que no me copia la mirada
morirá un ser despreciable y otro ser que tarda y no se acaba
morirá camila o’ gorman
morirá un caballo muerto y un hombre muerto en su espalda con la ternura ya toda cansada




martes, 24 de noviembre de 2015

la plenitud

a Cata, que trabaja en un cementerio

estoy lleno de palabras adentro
estoy lleno de murmullos adentro
estoy lleno de gritos adentro
estoy lleno de aullidos adentro
los silencios están todos afuera

viernes, 20 de noviembre de 2015

La Vara

a Barrilete, que cabalgó sin odio la peor de las esencias


Montado en mi lánguido tobiano, a mi vera el tobiano ancho de mi hermano, la carrera está a punto de acabar. (La carrera quizá nunca ha comenzado). La desventaja es amplia, pero posible. La vara de paraíso que llevo en la mano no alcanza, parece, para ser victorioso, entonces pego, pego cada vez, y la derrota no se ablanda, no se aligera, no perdona. Mi hermano enhiesto , a mi diestra, contrasta, notoriamente, con mi derrumbe, con mi lento desencuentro con el eje, con mi progresivo estar oblicuo, al suelo y al caballo, con mi gradual y ascendente horizontalizarme, con la inminencia de la caída. Entonces la vara se acerba, mi brazo se separa, todo lo posible, del caballo, de mí, se tensa y pega, repite y no va a parar hasta verme, ella que no soy yo, que ya no es yo (o quizá lo soy yo todo, como un prenda íntima), no va a parar hasta verme sin espera, sin ilusión, derrotado, sí, en pérdida, sí, humillado sí. Pero en el suelo. Con la frente en el nudo del suelo.

martes, 10 de noviembre de 2015

Hamlet. Monólogo del Viento


Hamlet está solo en el centro del escenario. Una luz lo ilumina con precisión. El resto permanece lo más oscuro y vacío posible.
Hamlet:
(sentado en cuclillas, cómodo, mirando a una nada precisa, detenida, pensativo y levemente melancólico, definitivo, la cabeza dirccionada a un sitio apenas por encima de sí mismo)
Lo fui todo.
Todo lo que el viento quiso que fuera lo fui.
Humo de brisas que un ángel insobornable desata.
Viento.
Mi única patria. El suelo que recorro. La madre que me habita. El cielo que descorro.
(pausa, Hamlet alza levemente la cabeza o simplemente la vista, sigue ensimismado, pero el movimeinto de la cabeza anuncia o denuncia un leve énfasis)
La locura y el abismo. El llanto y la injusticia. La muerte y la ternura. El polvo y la codicia.
Viento.
Todo el resto es impostura. Laberintos señalados. Inauténticas imágenes de Dios.
(pausa apenas más extensa que la anterior, incorpora el cuerpo aunque no se pone de pie aún, el tono no se vuelve nunca coloquial, anecdótico)
Cierto es que no toleré la muerte. La muerte cotidiana. La serrana muerte. La muerte gentil.
Cierto es, más cierto aún es que deliré con voluntad, con artificio, una dura sombra de padre para redimir a los bárbaros dioses, culpar a las lícitas serpientes, aspirar a una rara eternidad.
(la cabeza se inclina, sin premura ni violencia, hacia arriba, y el discurso siquiente adquiere mueca y tono levemente de plegaria, de reproche al cielo, de contenida indignación)
Y todo es parte de una sinfónica argucia. Que descree del ángel. Que prefiere ser nada a ser todo y al terror.
(vuelve su rostro al frente y regresa a su tono meditabundo y exteriormente sosegado, ahora parece que esa nada exacta a la cual se dirigía empieza a confundirse con el público )
Porque el ángel también es, olvidaba decirlo, un encuentro a soloas con la fiebre,  un encuentro a solas con la monstruosa, mínima sombra que sos.
(pausa, Hamlet parce responder a una voz interna que lo interpela)
El amor. Sí. El amor ha descreído del agua. Del moho verde del agua. De las flores necias del agua. El amor ha descreído del tiempo. Ha descreído del credo de una astuta promesa de perpetuidad.
(Hamlet lentamente se pone de pie, camina por la escena, la domina, se vuelve dueño del escenario y su tono se vuelve declamatorio y enfático, vuelve al centro)
Yo, Hamlet, el viento. Yo, Hamlet, las llamas. Yo, Hamlet, el fuego contra las caras y las letras clavadas sin premio en la conciencia irreversible de una increíble humanidad.
(repite “y las letras clavadas sin premio en la conciencia de una increíble humanidad”, dos o más veces con creciente y notorio desasociego hasta llegar al borde del llanto, pero se detiene y vuelve a su tono reflexivo y sereno)
He dicho, lo recuerdo ahora, que la cosa estaba entre dos cosas. Pero la cosa es una y está olvidada.
Viento.
Mi padre ha fallecido de justicia. Mi madre y mi amada, detrás de una cortina o abajo del agua,  también lo están o lo estarán.
(Hamlet camina y cambia radicalmente el punto de enfoque de su mirada, al otro extremo del escenario, ahora sí como compareciendo ante algo o alguien, habla con seguridad y creciente entusiasmo por sus propias palabras)
Guardo fidelidad a la impericia. De ser llevado a rastras por la tierra. De acabar un día cualquiera siendo de aire, siendo de alga, sombra, siendo de otro, despeinado, sucio, enfermo, en la cornisa impía de un salto de pájaros, nubes, alas y de fragilidad.
(camina, recorre y vuelve al centro, desde allí habla)
Guardo.
Eso sí. Guardo.
Guardo para mí los goces de la más sensata de las manías. Guardo para mí una tumba al aire libre que me mate y que me guarde. Guardo para mí una calle polvorienta, el beso ensalivado de una hembra, una espada sin vaina, brazos, baba, rubor, y un sabor insensato de genuina y pasajera eternidad.
(ahora más decididamente mira al público, tono invitante, casi de arenga, con algo de aparecido desgarro) 
Vamos.
Vamos fuera de este infierno de saber.
Arruinemos las delicias de prever si quién soy yo, si quién sos vos, si él es él.
(Aumenta el pathos y se diluye la contención de los furores guardados durante siglos)
Una sola comadreja intempestiva puede darnos de salvar esta inocencia de querer matar al viento con una choza de pajaa, una reja de ladrillos, un palacio inmóvil de cemento, barro, o de piedras de cristal.
Viento.
Los gusanos se aprovechan, es verdad, del ángel delincuente, pero ellos saben que nada suyo es de él. (pausa, clama, baja el tono)Ni siquiera él, que viola todo lo que salva, ni siquiera él es de él.
(Hamlet se detiene como si cayera en cuenta de algo. Su tono deviene en el anterior. Se recata voluntariamente pero se le nota el desafuero)
Pero soy príncipe.
Es una pena que no llegue el olvido y sea tigre en la sabana, Jesús en el desierto, Jehová en la zarza ardiendo, un gato triste o la mano en vano que lo busca sin premura para acariciar.
Es una pena no dejar de saber nunca que un hombre ya hace tiempo me ha clavado con un nombre y una historia en una farsa de verdad.
(Se exalta. Mira hacia un costado, le habla a su “amo”, le extiende la mano a medias entre el agradeciemiento y el reproche, pero casi grita)
¡Oh amo! ¡Oh magnífico amo! que me has hecho decir todo lo que yo jamás hubiera podido siquiera sospechar. ¡Oh miserable amo!, que has usado de mi boca para hablar de tus gusanos, de una tumba en plena tierra, de viento, de una lucha absurda de puñales, de títeres de carne, de ridículas voluntades, de mil espadas prostitutas, de caranchos entintados, y una hermosa muchachita que se ha muerto en soledad.
(pausa, Hamlet recuerda y se entristece, el tono se vuelve entre melancólico y sarcástico)
Porque alguien debía entender. ¿No?
Y el que entiende vive o muere de verdad.
(pausa, descreído)
Yo no sé si es suficiente la ternura.
Viento.
El amor no sé.
(se exalta y arenga)
Abramos los cuatro rumbos cardinales que nos vidrian. Despejemos la esperanza encubridora de saber qué día es hoy.
Total...
(Hamlet vuelve a sentarse y recupera su tono inicial, todo vuelve al principio, habla lento, derrotado o agotado)
Total mañana será otra muerte.
Total mañana será otra vida.
Total mañana quizá yo vuelva a despertar.


Telón

lunes, 9 de noviembre de 2015

será preciso

a Quetzalcóatl, la Serpiente emplumada


será preciso hacerle un tajo al mundo
darle vida a los huesos perdidos con la sangre del desgarro
será preciso descender a los infiernos para ver la vida nueva
salir sin lengua sin palabra
será preciso desafiar las codornices que nos buscan la esperanza
sacar un muerto en nuestros pies con una vida adentro
será preciso abrinos luego el corazón y descubrir la entraña
hacer del muerto nuestra multitud
nuestra infinidad
será preciso despertar sin nada y huir desnudos hacia las afueras
saltar de adentro para afuera y vernos el rubor
todo el pudor del mundo vernos
desesperados de no ignorar
desenfundados de conocer
como el rey de tebas
caer en cuenta será preciso
todos muertos
todos nuevos
pero caer en serio