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martes, 10 de noviembre de 2015

Hamlet. Monólogo del Viento


Hamlet está solo en el centro del escenario. Una luz lo ilumina con precisión. El resto permanece lo más oscuro y vacío posible.
Hamlet:
(sentado en cuclillas, cómodo, mirando a una nada precisa, detenida, pensativo y levemente melancólico, definitivo, la cabeza dirccionada a un sitio apenas por encima de sí mismo)
Lo fui todo.
Todo lo que el viento quiso que fuera lo fui.
Humo de brisas que un ángel insobornable desata.
Viento.
Mi única patria. El suelo que recorro. La madre que me habita. El cielo que descorro.
(pausa, Hamlet alza levemente la cabeza o simplemente la vista, sigue ensimismado, pero el movimeinto de la cabeza anuncia o denuncia un leve énfasis)
La locura y el abismo. El llanto y la injusticia. La muerte y la ternura. El polvo y la codicia.
Viento.
Todo el resto es impostura. Laberintos señalados. Inauténticas imágenes de Dios.
(pausa apenas más extensa que la anterior, incorpora el cuerpo aunque no se pone de pie aún, el tono no se vuelve nunca coloquial, anecdótico)
Cierto es que no toleré la muerte. La muerte cotidiana. La serrana muerte. La muerte gentil.
Cierto es, más cierto aún es que deliré con voluntad, con artificio, una dura sombra de padre para redimir a los bárbaros dioses, culpar a las lícitas serpientes, aspirar a una rara eternidad.
(la cabeza se inclina, sin premura ni violencia, hacia arriba, y el discurso siquiente adquiere mueca y tono levemente de plegaria, de reproche al cielo, de contenida indignación)
Y todo es parte de una sinfónica argucia. Que descree del ángel. Que prefiere ser nada a ser todo y al terror.
(vuelve su rostro al frente y regresa a su tono meditabundo y exteriormente sosegado, ahora parece que esa nada exacta a la cual se dirigía empieza a confundirse con el público )
Porque el ángel también es, olvidaba decirlo, un encuentro a soloas con la fiebre,  un encuentro a solas con la monstruosa, mínima sombra que sos.
(pausa, Hamlet parce responder a una voz interna que lo interpela)
El amor. Sí. El amor ha descreído del agua. Del moho verde del agua. De las flores necias del agua. El amor ha descreído del tiempo. Ha descreído del credo de una astuta promesa de perpetuidad.
(Hamlet lentamente se pone de pie, camina por la escena, la domina, se vuelve dueño del escenario y su tono se vuelve declamatorio y enfático, vuelve al centro)
Yo, Hamlet, el viento. Yo, Hamlet, las llamas. Yo, Hamlet, el fuego contra las caras y las letras clavadas sin premio en la conciencia irreversible de una increíble humanidad.
(repite “y las letras clavadas sin premio en la conciencia de una increíble humanidad”, dos o más veces con creciente y notorio desasociego hasta llegar al borde del llanto, pero se detiene y vuelve a su tono reflexivo y sereno)
He dicho, lo recuerdo ahora, que la cosa estaba entre dos cosas. Pero la cosa es una y está olvidada.
Viento.
Mi padre ha fallecido de justicia. Mi madre y mi amada, detrás de una cortina o abajo del agua,  también lo están o lo estarán.
(Hamlet camina y cambia radicalmente el punto de enfoque de su mirada, al otro extremo del escenario, ahora sí como compareciendo ante algo o alguien, habla con seguridad y creciente entusiasmo por sus propias palabras)
Guardo fidelidad a la impericia. De ser llevado a rastras por la tierra. De acabar un día cualquiera siendo de aire, siendo de alga, sombra, siendo de otro, despeinado, sucio, enfermo, en la cornisa impía de un salto de pájaros, nubes, alas y de fragilidad.
(camina, recorre y vuelve al centro, desde allí habla)
Guardo.
Eso sí. Guardo.
Guardo para mí los goces de la más sensata de las manías. Guardo para mí una tumba al aire libre que me mate y que me guarde. Guardo para mí una calle polvorienta, el beso ensalivado de una hembra, una espada sin vaina, brazos, baba, rubor, y un sabor insensato de genuina y pasajera eternidad.
(ahora más decididamente mira al público, tono invitante, casi de arenga, con algo de aparecido desgarro) 
Vamos.
Vamos fuera de este infierno de saber.
Arruinemos las delicias de prever si quién soy yo, si quién sos vos, si él es él.
(Aumenta el pathos y se diluye la contención de los furores guardados durante siglos)
Una sola comadreja intempestiva puede darnos de salvar esta inocencia de querer matar al viento con una choza de pajaa, una reja de ladrillos, un palacio inmóvil de cemento, barro, o de piedras de cristal.
Viento.
Los gusanos se aprovechan, es verdad, del ángel delincuente, pero ellos saben que nada suyo es de él. (pausa, clama, baja el tono)Ni siquiera él, que viola todo lo que salva, ni siquiera él es de él.
(Hamlet se detiene como si cayera en cuenta de algo. Su tono deviene en el anterior. Se recata voluntariamente pero se le nota el desafuero)
Pero soy príncipe.
Es una pena que no llegue el olvido y sea tigre en la sabana, Jesús en el desierto, Jehová en la zarza ardiendo, un gato triste o la mano en vano que lo busca sin premura para acariciar.
Es una pena no dejar de saber nunca que un hombre ya hace tiempo me ha clavado con un nombre y una historia en una farsa de verdad.
(Se exalta. Mira hacia un costado, le habla a su “amo”, le extiende la mano a medias entre el agradeciemiento y el reproche, pero casi grita)
¡Oh amo! ¡Oh magnífico amo! que me has hecho decir todo lo que yo jamás hubiera podido siquiera sospechar. ¡Oh miserable amo!, que has usado de mi boca para hablar de tus gusanos, de una tumba en plena tierra, de viento, de una lucha absurda de puñales, de títeres de carne, de ridículas voluntades, de mil espadas prostitutas, de caranchos entintados, y una hermosa muchachita que se ha muerto en soledad.
(pausa, Hamlet recuerda y se entristece, el tono se vuelve entre melancólico y sarcástico)
Porque alguien debía entender. ¿No?
Y el que entiende vive o muere de verdad.
(pausa, descreído)
Yo no sé si es suficiente la ternura.
Viento.
El amor no sé.
(se exalta y arenga)
Abramos los cuatro rumbos cardinales que nos vidrian. Despejemos la esperanza encubridora de saber qué día es hoy.
Total...
(Hamlet vuelve a sentarse y recupera su tono inicial, todo vuelve al principio, habla lento, derrotado o agotado)
Total mañana será otra muerte.
Total mañana será otra vida.
Total mañana quizá yo vuelva a despertar.


Telón

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