¿Te das cuenta, María,
que ya no nos avergonzamos del amor,
del amor pleno, quiero decir,
del amor franco,
ni de nuestra manera sencilla de decirlo?,
¿te das cuenta que hemos recuperado las frases,
las palabras,
la entonación, los modos,
las maneras directas de nombrar sin desprecio
lo evidente que nos pasa por adentro?,
¿te das cuenta que hemos vuelto a escuchar y a cantar,
porque también hemos vuelto a cantar,
y eso es importante,
esas canciones de amor tan encendidas,
tan enfáticas,
tan decididas y esenciales,
de acordes fuertes,
sin vergüenza ni arrepentimiento,
ni culpa, María?,
no sé, pienso, si es a vos a quien debo agradecerlo,
a vos, a quien siempre estoy hablando,
vos de quien de algún modo he aprendido a sentir,
María,
o a la época maravillosa
en la que nos ha tocado vivir,
¿te das cuenta, María, que hemos vuelto
o comenzado quizás,
a decir sin vacilación ni menosprecio
te amo, sin pudor ni jactancia,
no puedo olvidarte, me es imposible,
no puedo más, te necesito,
es tan sencillo, tan real, tan necesario,
María,
esas pulsiones sin matices que hemos sentido tanto,
siglos y siglos,
vos y yo, pero no sólo vos y yo,
y eso también es importante,
decenas de siglos a lo largo del camino de la especie,
y sentirlas de nuevo, hoy, una vez más,
acá,
y decirlas sin vergüenza,
y quedarnos satisfechos, después,
de habernos hablado enteramente,
con sustancia,
con transparencia,
te quiero, no sé qué voy a hacer sin vos,
te extraño mucho,
¿vas a volver?,
esas frases tan sencillas que simplemente
nos dicen más que otras
prestigiosas o bellas de retórica,
de fascinación superficial por el lenguaje,
de metáforas ocurrentes,
palabras inesperadas, oscuras, silenciosas,
de juegos verbales o mentales,
¿te acordás que era a eso, a ese vacío,
a lo que llamábamos poesía?,
y quizás, María, pienso, todo esto nos pasa,
más allá, mucho más allá de nosotros,
porque hoy podemos decir amor sin ironía,
sin cinismo,
pero también sin metafísica,
con inocencia,
decir te amo, quiero decir, como quien dice tengo sed,
siento frío,
calor, soledad, melancolía,
tengo miedo, mucho miedo de que no vuelvas,
nostalgia, tristeza,
terror, felicidad, alegría,
¿sentís el peso de las palabras, María?,
quiero decir, mejor,
¿sentís el peso de eso anterior que está detrás de las
palabras?,
lo digo de nuevo,
¿pudiste olvidarte de las palabras?,
¿ahora sí?,
entonces ya está, María,
no tengo más nada para decir.
Hola Cristian,no sabes lo lindo que ha sido leerte a esta hora de mi madrugada,la ternura que desborda tu texto,ese amor a Maria,asi como confiesas,pareciera correr transparente como el agua de los rios mas hermosos.Un placer leer tu testimonio.Un abrazo inmenso!.
ResponderEliminarHola! Gracias! Me alegra mucho tu comentario. Muy generoso. Gracias de nuevo!
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ResponderEliminarMe gusta como escribes
ResponderEliminarGracias!!
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