Nos haremos cargo de las penas de este, vuestro reino,
dijo el poeta,
diremos que estamos tristes
para que vosotros podáis por fin estar tristes,
diremos que estamos cansados
para que vosotros podáis también por fin estar cansados,
diremos que hemos perdido la guerra
para que vosotros podáis decir por fin sin soledad que habéis
perdido la guerra...
nos haremos cargo, repito, de las penas de este, vuestro
reino,
y también de vuestros gozos,
dijo el poeta,
celebraremos el mundo
para que vosotros podáis también al fin celebrarlo,
cantaremos las victorias
para que vosotros podáis al fin también cantarlas,
hablaremos del amor
para que vosotros podáis al fin tener las palabras para hablar
sin vergüenza del amor,
sólo, os suplicamos, dijo el poeta,
permitidnos antes estar tristes, volver cansados, perder la
guerra,
permitidnos antes gozar el mundo, obtener la victoria, probar
los dones del amor,
luego entrenaremos la palabra exacta
con que todo será dicho,
mucho tiempo quizás, os
suplicamos,
y luego sí, finalmente,
podréis arrojarnos a esas tierras fangosas y desiertas
a las que sin duda pertenecemos,
y fingir que nuestro nombre y nuestra ausencia os importa,
que sí os importa,
y os ha importado, siempre...
podéis incluso esculpir nuestro bronce...
nosotros estaremos muertos, del todo,
no sabremos nada, pero nada,
pues no existe la gloria,
y habremos cumplido, sin elección, nuestra pobre misión
sobre la tierra.
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