Buscar este blog

lunes, 4 de junio de 2012

Diálogos I

                                                                                 Hablaban de un caballo.
                                                                        Yo creo que era un ángel.
                                                                                      Oliverio Girondo
     

-         ¿Vino?
-         Sí, pero se fue
-         ¿Adónde?
-         ¿Qué importa eso? ¿Realmente creés que puede haber ido a alguna parte?
-         ¿Vos lo viste?
-         ¿Hoy?
-         Alguna vez
-        
-         ¿Adónde?
-         Bueno, adónde es una pregunta un poco excesiva. Lo sospeché, lo intuí, lo deduje.
-         ¿Adónde?
-         No sé, no sé. Había algo detrás que te hacía pensar en algo, en algo más que lo que mirabas que lo que veías.
-         Las palabras engañan.
-         No seas simple.
-         Las palabras son máquinas de construir charcos en la nada.
-         No te hagás el poeta que te queda mal. Las palabras a veces son algo más, no digas, ¿o me vas a decir que nunca lo sentiste?
-         ¿A él?
-         A él, sí a él. Digo que a veces las palabras dicen algo más. Quiero decir, a veces tienen algo más.
-         ¿Cuándo salen o cuándo llegan?
-         No seas cínico. Eso es falta de inteligencia.
-         ¿Qué cosa?
-         El cinismo
-         Es falta de admitir la falta de inteligencia. Yo digo “algo” y no digo más no porque me haga el misterioso sino porque no sé nada más. Vos te ponés cínico delante de la perplejidad.
-         Ahora sos vos el poeta.
-         Pelotudo.
-         Ahora sí, ¿ves?
-         Ahora sí, ¿qué?
-         Ahora sí que puedo ver que las palabras tienen algo más que forma y fondo. Pelotudo. Sí. Pero ya lo perdió. Mirá. Pelotudo.
-         Vos a él lo viste, lo que pasa es que lo envidiás. Le envidiás el uso. Le envidiás las palabras con carne.
-         Yo lo oí hablar. Eso no es ver a nadie.
-         Vos lo sentiste.
-         Puede ser.
-         ¿Y por qué te cuesta tanto aceptarlo?
-         Porque lo extraño.
-         No seas estúpido que yo sí lo extraño de veras.
-         Entonces lo conocés.
-         No. No lo conozco. Pero logró que lo extrañara.
-         ¿Ves? Vos sos el pelotudo.
-         Él se agotó. Estuvo acá, yo lo ví, pero se agotó.
-         ¿Y esa agua?
-         Es un charco. O acaso te estás volviendo creyente.

2 comentarios:

  1. "¿Lo viste? Seguro que vos también lo viste..." (La bicicleta blanca, Horacio Ferrer poeta con la música de Astor).
    Yo también lo vi.

    ResponderEliminar
  2. yo lo vi y me gusto muchisimo ! esta lleno de vidas

    ResponderEliminar