Los árboles alineados,
la forma que dibuja la sombra,
el amplio río ondulado,
inocente de todo
lo que a la costa le roba.
Los pájaros invisibles,
los caballos sueltos y lejanos,
las ventanas de otra gente,
la vida breve y ajena
que a veces le imaginamos.
Las notas altas del canto,
la belleza en otros idiomas,
las moras altas del árbol,
el sol cayendo en vano
sobre un lado de las hojas.
La extensa mano estirada
hacia un tren que parte sin deseo,
el amor que llega tarde,
la forma de la Virgen
hecha de musgo y anhelo.
Los versos que recordamos
de otros, tan propios y tan ajenos,
pues Dios nos hizo tan cerca
de todo lo que amamos,
que amamos y no tenemos.
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