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jueves, 3 de mayo de 2012

La Santa Cruz


Hacer el amor en un hotel apartado de la ciudad no comporta mayores riesgos. Tampoco hacerlo en el centro duro del monte. Llevar la intimidad bajo techo, o arrimar la barbarie a la barbarie, seamos francos, a nadie sonroja ni subyuga. O es redundante o es superfluo. El tema, como siempre, es la cruz, la Santa Cruz. La avenida hermosa y plana que se cruza allá lejos con la lonja larga y sucia de un viejo pastizal, el cielo limpio y diáfano que se riñe o tiñe con la nube férrea e impura, las vías entre las piedras, la camisa recién planchada sobre el largo sudor, los hijos bastardos. El tema está en el cruce, volvamos a decirlo, en el Medio de la Cruz.
     Cuando Medea llegó a Jasón, cuando Emma llegó a Charles, cuando Jekyll llegó a Hyde, cuando Rimbaud llegó a Rimbaud. El tema es siempre el de la Cruz. Pero no nos vayamos del asunto.
     Hacer el amor a la sombra a nadie convoca ni espanta. La épica es hacerlo en la luz, en el día, debajo del sol. Llevar olor a sexo a las perfumerías, a las niñas de las farmacias, a las peluquerías, a los músculos prolijos de los gimnasios. Contraer el abdomen sin pausa ni cautela en la Plaza de los dos Congresos, en la torre de París, arriba de un reloj inglés. La épica es volverse larva, salirse o volverse de la mariposa, volar a gatas. Allí es donde sigue clavada la Cruz. Allí Jesús fue una vez Jesús. Desnudo y desusado y gritando como pudo un insensato abandono, publicando al tiempo su terrena soledad, difundiendo al aire sus costillas de hambre, deshaciéndose Dios al lado de dos roñosos que sólo ahí fueron también él. Ser o dejarse de joder, esa es la cuestión. Coger a la sombra cogemos todos. Sólo unos pocos lucen la hora exacta y hermosa de su mera y horrible desnudez. Y el grito es el de todos.

4 comentarios:

  1. Delicioso texto.
    Escrito, supongo, espero, a plena luz. Encandilado.
    No dice si debe participar otra persona en el evento. Tal vez ese detalle lo explicite luego. O no importe.

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  2. Realmente bello y como siempre, abierto de par en par para que el lector jamás cometa el pecado de quedarse con lo literal y,por el contrario, se anime a meterse en todos los atajos para preñarse de luz, ya que estamos.

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  3. Lástima las malditas restricciones policiales.
    Es que la ley y el amor no se llevan.

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  4. no sòlo es converger, sino seguir el trànsito, no detenerse, hacerse cargo.
    frente a la lengua ajena, el silencio al ignorante que grita, los actos a "plena luz" nos muestran tal cual somos.
    Gracias Cristian por compartirlo y ejercitar nuestro parecer.

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