Quiero morir en la noche,
con un cigarro encendido en la boca,
con los ojos intrigados,
las manos abiertas y silenciosas.
Quiero morir en el río,
sobre una piedra muy cerca del agua,
el corazón reposado,
las olas blandas que llegan y pasan.
Quiero morir en el campo,
con una hierba mojada en los labios,
oigo las aves volviendo,
huelo el profundo sudor de un caballo.
Quiero morir con mi niña,
que se ha endulzado los ojos celestes,
me ha perdonado ya tanto,
por qué no va a perdonarme la muerte.
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