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viernes, 16 de abril de 2021

Elegía VIII

 

A veces siento que la realidad se me viene encima,

¿sabés?,

seguro que lo has sentido,

que la realidad es más grande que yo

(y sin duda lo es),

no sé,

las alacenas de la casa,

los bajomesadas,

el piso de la habitación,

la ropa en el canasto,

la ropa en el cuarto,

la ropa en el tendal,

los pelos caídos de los gatos

en el suelo,

mis alumnos,

no te miento,

los directivos de la escuela,

los papeles, el auto,

todo eso,

el polvo en los libros,

las cuentas sin pagar,

todo, todo se me vuelve encima,

como un ser gigantesco y sádico,

y yo que soy como un niño,

un niño con una guitarra y un teclado para escribir,

yo que me recluyo en los versos que recuerdo,

(creer que un cielo en un infierno cabe,

por ejemplo,

de Lope,

o cualquier otro),

en los misterios de lo metafísico,

de la psicología,

de la música,

en las cosas que no descifraré nunca,

tal vez,

en los robles de la plaza,

en las cotorras altas de los eucaliptos,

en la lluvia si llueve,

en el sol en un día de sol,

en una mujer que recuerdo sin odio,

en el amor,

también, claro,

en la magia mecánica del ajedrez,

yo, digo, que soy como un niño,

y la realidad es tan grande,

tan excesiva,

tan contundente,

tan redundante,

tan innegable,

yo que a veces pierdo el habla,

¿sabías?,

que a veces sólo sé que tengo sed,

deseos,

miedo,

yo que soy feliz en el agua,

creéme,

porque me gusta el agua, claro,  

pero también

porque el agua es el reparo del mundo,

que está seco, que es áspero,

que raspa,

que no puede fluir,

me reparo en el agua, decía,

en el cuerpo y la armonía del cuerpo,

en la piel y los calores del cuerpo,

en lo simple,

lo animal en el cuerpo,

o lo imaginario,

si pienso

(aunque casi nunca pienso si nado),

y estoy a salvo, digo,

amparado de lo seco del mundo,

en esa humedad que me envía de nuevo a la especie,

un poco,

que me guarda,

eso es,

que nos guarda,

es que hemos aprendido a crear otros mundos,

¿no te parece?

acá,

que no es necesario salir,

¿no sentís muchas veces agobio,

cansancio,

insatisfacción?,

¿no sentís el absurdo de todo,

la insensatez,

el vacío de todo?,

¿no creés que podamos resguardarnos de todo ahora mismo,

ya,

en este momento,

mirando ese sauce,

¿por qué no?,

la flor de una magnolia,

en la plaza San Martín,

los cardos en el campo,

los teros que gritan asustados,

es que a veces siento que vamos a morir de realidad,

¿sabés?,

de cultura,

cómo decirlo,

de seriedad,

¿se puede ser tan necio

de confundir lo real con un trozo de vidrio,

con una indigestión a la tarde

o un cartel en la calle que restrinja la velocidad?,

¿no creés que es preciso volver un poco a lo animal,

al perfume,

al sabor de lo animal,

treparnos a un árbol,

sin orden,

o pulverizar nuestros ojos en él,

como dijo alguien,

escribir como escriben los peces,

reír como ríen los peces,

contemplar la mañana como peces,

estar juntos otra vez como si fuéramos peces?,

¿no creés que lo peor ya pasó?,

¿que la realidad es una pesadilla de la que estamos despertando?,

¿que nada de esto es tan cierto?,

¿no cierto que no?

 

lunes, 5 de abril de 2021

Elegía VII

                                                               a Ulises

En el ajedrez a veces pasa,

te dejás una pieza,

un alfil, la dama, la torre,

da igual,

te dejás la pieza,

estabas pensando en atacar,

estabas pensando en otra cosa,

en conquistar la pieza enemiga,

quizás,

en conseguir la ventaja,

en estrategia,

y te olvidás de defender,

y ya está,

es un segundo,

una vez que hiciste el movimiento en falso,

cometiste el error,

la pieza ya es del otro,

o de nadie,

da igual,

y ya no es lo mismo,

no exagero,

tu ánimo,

el ánimo del rival,

las condiciones objetivas del juego,

(tenés una pieza menos),

todo cambió en ese gesto equivocado,

en esa omisión,

en ese olvido temporal,

en esa distracción,

y nada es igual, creéme,

podés seguir jugando, claro

(podés incluso ganar),

pero el golpe ya fue dado,

cómo decirte,

como un velo que se cae o se desgarra,

algo así,

te dejaste la pieza,

ya no está en el tablero,

es así, no está,

pero no es sólo eso,

(es que quizás no es ni siquiera eso),

es el desgarro del velo,

la realidad a secas,

ya se ve y es más oscuro todo,

más opaco, menos vívido,

menos interesante, tal vez,

más transparente,

y te cubre el enojo,

claro,

deberías haberla cuidado

(ese caballo, esa torre),

era tu responsabilidad,

no hay más nadie que vos en ese lado del tablero,

y sin embargo es así,

a veces pasa,

nada excepcional,

un descuido,

un rapto de ansiedad  o de codicia,

o de abandono,

no sé,

atacaste con la pieza que no estaba defendida,

o la olvidaste,

y quedaste vos ahora como indefenso,

vulnerable, no exagero,

como desnudo,

imaginátelo así,

dibujalo en la mente,

(hagamos el ejercicio),

estás vos,

en una habitación semivacía,

desnudo,

inerme,

casi desolado,

en silencio,

delante de un tablero,

como si nada,

jugando al ajedrez.