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martes, 16 de diciembre de 2014

revelación


y en un recodo del camino descubrir
que el caballo ha galopado toda la arena descalzo


viernes, 12 de diciembre de 2014

el tirano


y de pronto en el cuerpo anda un ritmo
paso a paso
va
diluidamente
y en el ritmo cabalga ágilmente
también
una imagen que vuelve y no es cierta
del todo
campo
un caballo me ve sin asombro
verde
también
marrón de polvo y camino seco
no hay lluvia
casi nunca
pero un ritmo me reclama y le obedezco
sí claro
digo sauce si me pide que diga
el tirano
soy injusto con lo cierto
creo
hasta que el pulso me lame
más calmo
no camina más adentro
entonces no finjo
me guardo la boca
para otra ocasión improbable

martes, 9 de diciembre de 2014

las hojas


las hojas que no vimos
las hojas de cuyo árbol las flores no supimos que olíamos
las hojas de otros montes
las hojas para las cuales no sabíamos que nacíamos
las hojas ocres tras las hojas verdes
las hojas secas invisibles en las hojas nuevas
las hojas que no tocamos
las hojas cuyas nervaduras ni siquiera adivinamos
las hojas de otros campos
las hojas sobre cuyo lecho no nos acostamos
las hojas de otras tierras
las hojas cuyas sombras se cayeron
esas hojas
no las otras
nos cubrirán por siempre el íntimo sexo

viernes, 21 de noviembre de 2014

las palabras y las rosas

a Yupanqui

tenía muchas hojas y una sola cosa para decir
la primera no bastó
tampoco la segunda
fue previsible también el final de la tercera
tuvo entonces más hojas y una sola cosa para decir
no quiso repetir lo ya dicho
entonces se llamó a silencio
pero el silencio le costaba más que el fracaso
dejó así una página absurda

martes, 18 de noviembre de 2014

El jardín de senderos que se interrumpen

a Borges, el mejor de todos

mientras fomento desde lo alto que la yerba suba y crezca
mientras disimulo la tristeza con la luz oblicua y blanca que de la ventana aclara
mientras me lleno las manos de letras que se inyectan no sin magia en lo blanco de una pantalla
mientras observo un destino posible para todo lo que se va
mientras me invento un pasado demasiado hermoso para haberlo perdido
mientras ya no espero la brusca luz
mientras gotea del otro lado de mí una canilla involuntaria
mientras pienso sin querer que pienso sin querer y sin saber lo digo para nadie
mientras la aguja de mi muñeca me indica una sólida inminencia
mientras crece en la ventana un olmo nuevo y los cables pasan
mientras queda muda mi inocencia y ya me escucho la verdad sobre el poema que adolece
mientras toda vanidad se cae ante la evidencia inolvidable de la propia medianía
mientras ya no hay regreso
miro este jardín de senderos que se apagan
miro a un hombre que lo fue todo de un tirón y lo releo
miro su jardín y ya no espero el mío
sólo un poco de yerba circular que crece ante el énfasis calculado de una mano que se eleva, vuelve y se vuelca

viernes, 14 de noviembre de 2014

Aparición urbana. Relatos de un caballo.


a Oliverio Girondo, que me vio

de alguna manera, sí
surgí de bajo tierra
de alguna manera, sí
me desprendí del cielo
¿si estaba entre los ruidos?
¿si estaba mal o bien o simplemente herido?
¿si estaba inmóvil, en silencio, hincado ante la tarde?
¿si este mundo es inevitable?
¿me preguntás a mí?
llegué, eso sí,
con las venas adheridas al espanto,
al asfalto,
¿cómo lo viste?
con las crenchas caídas,
y sí, todo, todo desnudo,
ignoro si casi azul de tan blanco

pero una cosa me queda
quizá un reproche

¿por qué te encaprichaste en ver un ángel, querido poeta,
donde todos, pero todos, más sensatamente, vieron un caballo?

lunes, 3 de noviembre de 2014

el lobo del hombre


si el lobo no es, como dicen,  
el hombre del hombre
tampoco el hombre
será el hombre del hombre
¿será el árbol entonces el hombre del hombre?
¿será la lluvia?
¿el trino?
¿el hambre?
¿será la tempestad?

lunes, 27 de octubre de 2014

La historia del lobo

a mi abuelo, que no sabe leer

La historia es sencilla y de algún modo banal. Tanto que podría referirla en unas pocas escenas. En la primera habría un lobo. En la segunda habría un lobo también pero descifrando signos en las hojas. En la tercera el lobo descarta el amor y se recuesta. Un palito con el que se han trazado unas cuantas líneas en la tierra sería la última. 

miércoles, 8 de octubre de 2014

el sauce


cíñome a consignar una estupefacción
el sauce ha crecido sin mí, dijo,
todo lo que amo me prescinde

martes, 7 de octubre de 2014

Verticalidad u horizontalidad de un texto. Una impresión de lector.


A riesgo de ser esquemático y simplista, quiero trazar dos –de las muchas- líneas por las que puede transitar la literatura. Claro que esto no deja de ser un corte, uno de los tantos posibles, un intento de descripción, análisis o explicación del funcionamiento de ciertos textos. Otra salvedad que debería hacerse es la de la lectura-escritura. No diré que un texto esté escrito de una u otra manera, tampoco que deba ser leído de una u otra manera. Me limitaré a pensar que ciertos textos, de los quizá citar ejemplos sea desquiciar el análisis, proponen, o invitan a, o aunque más no sea permiten sin esfuerzo ser leídos de una u otra manera.
Una de estos modos de textualidad es la horizontal (pienso sobre todo en lo narrativo, más allá del género). Pienso en horizontalidad cuando una escritura se me impone como narración, como signos a ser decodificados en clave espacio-temporal. Una historia que se desarrolla en el tiempo y cuya legibilidad está orientada a los sucesos, a la ocurrencia, a lo fenoménico, a “lo que pasa”. El interés del texto radicará menos en el sentido que en el recorrido de esa fábula, de esa invención narrativa, de ese devenir.
El otro de los posibles afanes de un texto, que por supuesto no excluye el anterior sino más bien se superpone, es su disposición vertical. Y con esto quiero espacializar una idea de “profundidad”, de primacía del “sentido”. Esta textualidad es la que convida al símbolo, a la alegoría, a los “dibujos” de la trama (es decir a la verticalización de la horizontalidad) e incluso a cualquier tipo de moraleja. En cualquier caso, son textos, o fragmentos de textos, que nos “hacen pensar (también) en otra cosa” al leer, escrituras que nos separan, más o menos, según el caso, de la literalidad, que nos despegan momentánea o definitivamente de la letra.
Pero también hay escrituras que, sin acudir a estos recursos clásicos de la retórica, se desentienden de la temporalidad de sus textos para no descuidar la intensidad, la compresión de lo que suponen es sentido, significado, relevancia, profundidad. Así el eje lógico-temporal se desdibuja, se corre, para atraernos hacia una cierta verticalización de lo narrado. Es una escritura si se quiere más centrípeta, menos derramada, más vinculada, más vocacionalmente “esencial”.
Simplificando aún más la cosa. Digamos que las matrices de lectura-escritura son narratividad versus metaforismo. O acción versus sentido.
Quiero reiterar mi falta de pretenciones de rigor en estas líneas. Aspiro solamente a dejar por escrito dos formas de leer-escribir que considero bastante divisorias de aguas. Los cruces por supuesto que luego son infinitos. Pero pensar así un texto me ha ayudado muchas veces a entender por qué algunos textos nos parecen más “densos”, más “apretados”, o más “rápidos”, más “livianos”. Claro que esto no está planteado en relación a la calidad. Tener más o menos “capas” de lectura, a priori, no garantiza ni excluye nada. O nada más que lectores. Porque la contracara de esto es el deseo de mayor o menos verticalidad del lado del lector.
Y amparado en la anuencia de un amigo sabio dejo dicho. Es la poesía, lo poético, esa tensión hacia la verticalidad. Es la prosa, lo prosaico, esa ansiedad hacia la horizontalidad. Todo esto debe leerse con signos de interrogación.

lunes, 6 de octubre de 2014

salmo al gesto


hay un gesto que quisiera
ese gesto cuyo atrás es otro gesto
no un gesto una estampida
un brote un yuyo bueno una salida
no es el gesto lo que quiero
sino el lobo que lo asume
el mundo que lo abona
el cielo en el que vive
los leones que lo doman
necesito ese gesto
es necesaria esa mueca
que no es mueca es escupida
compulsión inesforzada
complicidad distraída
empatía con qué cosa
con qué cosas
decime que se me muere la boca

lunes, 29 de septiembre de 2014

los caballos


era un caballo
hablar no sabía
casi nada
pastar pero a solas
su crin despareja flameaba si había viento
solo
no si no
con el cuello buscaba una sombra
abajo
quién sabe si sabía que era su sombra la que lo arriaba
lejos
de su boca asomaba el pasto
al mascar
ruido a campo se oía
le vibraba el cuerpo si había mosca
usaba la cola
hablar no sabía
casi nada
trotar pero a solas
era un caballo
dicen
eso lo salvó de muchas cosas

miércoles, 24 de septiembre de 2014

todo lo que pasa


pasa el tiempo
el caballo que por sí mismo galopa perseguido
suda
y el tiempo pasa
el hacha levantada por el brazo sudoroso allá en el aire
cae
y el tiempo pasa
el aire se ha vuelto oscuro y en el monte no hay casi nada
iluminado
aquí las cosas como siempre
rubias
el hacha caerá en el aire contra el aullido del monte sobre el pecho de un caballo
ido
y el tiempo pasa
sin embargo
y yo escribo

lunes, 22 de septiembre de 2014

lejos, a mis 34


he conducido ya más automóviles que caballos
he asistido a menos puestas de campo ya que en la ciudad
he procurado seducir ya a más peatones que jilgueros
he respirado menos bosta ya que perfume que quien sabe si fue francés
he leído más libros ya que huellas de idos terneros
he andado menos descalzo ya que en zapato y pantalón
la tierra, pienso, el pie, me ha quedado lejos, ya
sin embargo
de a ratos me nace un grito
o aullido
que busca ser cimarrón...
claro que la ciudad tiene sus modos
y entonces un silencio que fue prometedor se calla en la nítida palabra 

domingo, 21 de septiembre de 2014

sábado, 20 de septiembre de 2014

las cinco leguas


una vez
hace ya tiempo de esto
fui a caballo hasta un campo vecino
empecé esas cinco leguas al comienzo de la caída del sol
fui despacio
llevaba dos yeguas
en una volvería yo
al día siguiente
en la otra pepe
el peón del campo
llevábamos las yeguas para arriar al día siguiente una hacienda
así que anduve
alternando el paso y el galope
por esos campos pampeanos
solo
era verano y el sol no andaba apurado
al día siguiente volvimos a ir
pero en camioneta
y volvimos
al campo nuestro
esta vez con la hacienda que traíamos de vuelta
es decir que al día siguiente yo estaba en el mismo lugar
que en el día anterior
en el mismo campo
los mismos caballos
los mismos alambrados
un similar atardecer
alguien
recuerdo
yo creo que sin malicia
me preguntó adónde había ido
no recuerdo mi respuesta

viernes, 19 de septiembre de 2014

hybris


en el campo de mi abuelo materno había un guardaganado
el ganado sabía que por ahí no debía pasar
nunca sabremos si lo lograrían
pero ellas veían un límite ahí que no intentaron nunca franquear

había también bandadas numerosísimas de cotorras
nidos grandes colectivos o promiscuos...
las cotorras no procuran el canto
el árbol que las soporta se resigna también a sus gritos

estaban también los teros, claro,
pero esos andaban lejos y nunca fueron parte de nuestras vidas

sí en cambio los chimangos
parados en vigilia como estatuas inminentes en el poste grueso del alambrado
las lechuzas que te miran sencillamente
el bayo lentamente ciego que quiso domarme y no tuvo tiempo el abuelo



a pesar de estar cerca del agua, las garzas,
no nadan ni se zambullen

había naranjos en el campo
y un ombú de raíces como asientos

había un tanque australiano
que le habíamos sustraído al ganado

y el ganado no se acercaba
estaba libre el camino pero no se acercaba

las vacas, pienso, no sufren de hybris

lunes, 15 de septiembre de 2014

el reino


y el camino de los mistos me llevó al árbol de mora
y el camino de la mora me llevó al olor de la cicuta
y el camino de la cicuta me llevó a las ruinas de la casa
y el camino de la casa me llevó al sabor del eucaliptus
y el camino del eucaliptus me llevó al borde del monte
y el sentido del borde me llevó al centro del monte
desde ahí escribo estas líneas
todos los caminos, pienso, conducen al centro del monte

domingo, 31 de agosto de 2014

para empezar


agrandar la lámpara para ver mejor
o mejor
treparse al cielo en un pájaro manco
tal vez
ceñirse al suelo el cinturón
capaz
para no volar demasiado
si total
acá hay de sobra para curar
no sé
tal vez convenga que nos amemos el reuma
digo
o nos odiemos a muerte por una flor
qué se yo
quizá convenga poner los dedos en sol
o en la
y empezar del todo una canción
¿querés?
yo quisiera encender un fuego
¿querés?
dedicarme a lavar ropa en el desierto
podemos
contarles las patas a los teros
se me ocurre
empollar sus huevos si nos dejan
y finalmente
morir bien muerto como un ángel
mejor antes que después
ser quien pinta las uvas y las vuelve a repintar
querés
yo ya tengo poco tiempo de ala
sabés
lo que empieza barro barro muere
me dijo
y sin embargo
cuando aplasto la cabeza con la almohada
para llorar
levanto al cielo vano un rezo ateo
dónde si no
no te preocupes y vamos alto
relajate
el campo es grande y nosotros somos dos
venite
traete un charco de tu hormiguero
álamos
hacete pájaro de mal agüero
dale

es un hermoso día, llueve y hace viento,  para empezar

Cortázar. Bajo la sombra transparente de Borges.


A todas las virtudes que se le puedan encontrar a la obra de Julio Cortázar, inherentes a ella, no deberíamos de olvidarnos demasiado de adjuntarle la que sigue, a saber, haber escrito, transparentándola, tras la sombra incorruptible de Borges.
Si uno lee la literatura argentina sin prescindir de fechas, de espacios y de tiempos, entonces uno palpará una línea en la que aparecen, nada menos, Ficciones (1944) y El Aleph (1949), dos de los libros más celebrados, con justicia, de la literatura argentina, y, en el año 51, como por un escamoteo de prestidigitación, Bestiario, de un no tan joven Julio Cortázar.
Si uno hiciera el ejercicio de leer esos tres libros en ese orden y de corrido, vería que de Borges a Cortázar hay un abismo. Los une la seducción de lo fantástico, pero apenas eso, y ni siquiera lo trabajan del mismo modo.
Salimos de la filosofía narrada, increíble, inmejorable de Borges y entramos en un mundo en donde una casa es tomada misteriosamente por seres anónimos, donde un hombre vomita intempestivamente conejos, donde un tigre se pasea sin vértigo por el seno de una casa con niños, donde una mujer parece volver del cielo, o entrar en él, en una milonga de los 40.
Y todo esto con un lenguaje que nos aleja de la sintaxis aséptica de Borges, de la erudición, de sus simetrías y de sus mundos a todo ajenos. No debe haber sido fácil crear un mundo, y un modo de contarlo, a la sombra, inevitablemente, de ese imperio que ya daba señales de indestructible o eterno.
Y fue Cortázar, según entiendo, el responsable de abrir esas otras puertas a nuestra literatura y a otras. Esto, según se mire, no lo hace ni mejor ni peor que otros, pero parece por lo menos injusto ignorarlo. Para otro momento quedará la indagación más detallada de otros libros y de otros autores, pero en este texto homenaje, no quería dejar de pasar esta valla sorteada por Julio. La de haber nacido en la circunstancia histórica de modo tal de que su pasada generación haya estado marcada nada menos que por Jorge Luis Borges.
Cortázar creó mundos. Creó modos propios de verlos. Creó una prosa. Creó un modo distinto de lo fantástico. Creó seres que no existían, frases que no existían.
La literatura de Borges produjo lectores, produjo formas de leer, produjo formas célebres del idioma castellano, en fin, toda una ideología de la literatura y del idioma. Cortázar, a mi juicio, fue el primero en animarse, estrepitosamente pero sin barullo, a producir otra cosa. Y lo increíble es que lo hizo con continuidad y con belleza. Porque su ruptura nunca se desentendió de lo hermoso. Fue así que nació la Maga, El perseguidor, Todos los fuegos el fuego, los Cronopios y los Famas.
Cortázar fue, o ha pasado a ser, la encarnación, como lo serán luego Puig y otros, de un modo propio de mirar el mundo y del coraje de la coherencia. Su obra es vasta y por momentos despareja. Pero siempre reconocible. Nunca Cortázar dejó de ser cortazariano. Y eso no debería ser un dato menor.
Cuando nace un gran escritor, parece, aunque momentáneamente, que han muerto otros. Y eso nos pasa cuando leemos a Julio Cortázar.

jueves, 21 de agosto de 2014

La fotografía, el recuerdo, la magia


Juan, fotógrafo, amigo, y a veces mago

Quizá la vez que de manera más honesta aspiré a contar mi vida, lo hice a través de la fotografía. Yo no sé de sacar fotos, claro, pero me dedico a escribir, y quizá,  pienso ahora, no se trate de actividades tan distantes.
Decía que la vez en que más íntimamente quise meterme con el pasado de mi vida, me metí con la fotografía. Ahora, paso a pensar por qué. Y pienso en la estricta arbitrariedad del acto de recordar. Y en mi caso en particular, la doble arbitrariedad. Un capricho es espacial, el otro temporal.
Entendí, creo, en ese momento, supe que mi recuerdo era fotográfico. Es decir, un recuerdo que recorta la realidad, interesadamente, aunque de manera más o menos involuntaria, no sólo en el espacio sino también en el tiempo. Porque el recuerdo, al menos en nosotros los desmemoriados, viene menos asociados por el tiempo sucesivo que por el sentido que de él desprendemos. También la fotografía. A diferencia de una proyección cinematográfica, en la que hay sucesión temporal, la foto no tiene tiempo que la preceda, ni tiempo que la suceda. La foto es una pila de sentido recortada a mano por un recuadro, cuyo sentido es una detención del tiempo y cuatro tajos en el espacio. El fotógrafo ha creado un mundo dentro del mundo. Una realidad a la vez extraída, dislocada y paralela, a la realidad.
Pero la analogía de la fotografía con cierta forma del recuerdo es parcial e injusta. El recuerdo no aspira a ninguna calidad, aspira a la necesidad, o al sentido. La fotografía, en cambio, no se contenta con el fondo y, si se trata de buena fotografía, va también por la forma. Entonces quien dispara se volverá geómetra y buscará líneas y planos, se hará pintor y forzará colores y fugas, se volverá mago y sustraerá objetos y agregará conejos.
Porque la fotografía, también, es una forma de la magia. Este es su costado más esmerado y trabajador, su lado más talentoso. La fotografía es una máquina de crear pasado, recuerdos incluso, para volver sobre el comienzo. La fotografía pergeña ficciones que a lo largo del tiempo parecen reales. Puede volverse aristotélica, por ejemplo, y recrear un mundo no como era sino como ella cree que debería haber sido. Puede volverse platónica, y no abandonar la vocación de extraerle la Flor a las flores, la Belleza, a una mujer.
La vez que quise recuperar el mundo que el tiempo inevitable me había escamoteado, repito, lo hice sin prescindir de la fotografía. Imaginé o recordé, ya no recuerdo, fotos de un pasado que de tanto escribirlo ya se ha vuelto real. Ahora que miro, no sin admiración, las fotos de Juan, empiezo a entender por qué. Las buenas fotos no se sacan. Las buenas fotos, las hermosas pero también las expresivas, esas se extraen, se le sacan al mundo. O, mejor, magamente, se inventan.  

lunes, 11 de agosto de 2014

la creación

a Mc Fly, porque va a entender

hágase la luz
parece dijo Dios
y la luz apareció
en todo su esplendor 
en el cielo
háganse los olmos
las acacias, los sauces, los caballos
las siluetas conocidas de los perros del campo
háganse las ortigas y el trébol
háganse los eucaliptos
háganse las bombas de agua con mi abuelo
bombeando detrás
háganse las palomas
que matamos
háganse las avispas
que encerramos
hágase la vez primera
que te vi
háganse los ratos largos de a caballo
los caminos
y el sudor entre las piernas
hágase un jilguero por caer
en la trampera 
o en el árbol
amarillo
hágase un cuerpo
que se mueva sin pensar
hágase la noche de verano a pleno campo
hágase el horizonte largo
las espinas del cardo
el panadero
háganse las dos o tres bandadas
de silbones
que en la vida vi y después se repitieron
hágase su voluntad
por fin
dijo el poeta
dicen
dicen que dijo el poeta
y nada de eso fue verdad
ante sus ojos
excepto el acto de decir
eso
que lo calmó por un rato
de no estar
o apenas
de estar muerto de sed
o casi
y no encontrar nada
o apenas
en la arena de la palabra agua

martes, 5 de agosto de 2014

Lo imborrable. Canción de gesta



Yo era chico cuando ocurrió esto que ahora cuento. Recuerdo que agarré el camino de siempre y fui al paso lento bajo el sol inolvidable de febrero. La sombra del caballo alargado por mi sombra nos seguía sin ansiedad. Pasé, recuerdo, por la casa del peón y le grité por las dudas, aunque lo más probable era que a esa hora ya durmiera. Lo llamaba la siesta a Pepe. El alazán manchado que montaba tenía algunos puntitos de sudor ya en la parte en donde empiezan a caer, lacias, las crines. Pero no se quejaba. El campo, en derredor, yacía. Es probable que en el monte no haya habido ningún pájaro sobre el silencio. Recuerdo incesante el camino.  El caballo conocía el rumbo a la única tranquera. Estaba medio abierta y entré. Desaté el caballo después de bajarme. Los árboles, en derredor, sumaban verde. Presumo que me acomodé el cuerpo para caminar, ahora, sin el caballo. Debo haber preparado un mate. Luego es probable que me haya quedado pensando, poco a poco, en alguna cosa. 

jueves, 31 de julio de 2014

nocturno


a la noche
la lengua
trabaja con la vida

preciso es el día
para el trabajo
nocturno
con la lengua

a veces da miedo
que el sol no caiga

antes
cuando vivían mi abuelo
un caballo y un olmo
no era precisa la lengua

era rápido el caballo
claro
y el abuelo escribía sin renuncia sobre el yunque

martes, 29 de julio de 2014

Variaciones sobre un tema de Alejandra


quizá no importe la tecla que se oprima
si el hombre sabe tanto y siempre de imposible
y el hombre oprime ya la tecla del teclado
aunque presiente una clausura de infinito
por qué se oprimen dios las teclas del teclado
si hace mil años que el hombre muere y las oprime
por qué se oprimen las mil teclas del teclado
sin en una gota de sudor está todo el abecedario
y más
y mejor
y además otra cosa

lunes, 28 de julio de 2014

Los caballos III

"Oh, why did I go down
the rabbit-hole?"


Un caballo atado debajo de un olmo.
Todo lo demás es dudoso.

La infancia


Me preguntó si había leído La isla del tesoro.
Le respondí que no.
Me dijo si acaso yo no había tenido infancia.

Me preguntó si había visto la película La gran aventura.
Le respondí que no.
Me dijo si acaso yo no había tenido infancia.

Me preguntó si conocía la historia de Pinocho, de Blancanieves, de Cenicienta.
Le respondí que no.
Me dijo si acaso yo no había tenido infancia.

Le pregunté si alguna vez había cruzado descalzo, sin riendas, la pampa a caballo.

miércoles, 23 de julio de 2014

los trabajos y los días


cuentan 
que el día que nací
no hubo signos ni prodigios
fue una mañana cálida de hospital
la enfermera que me vio una vez no me vio más
la noche no se hizo milagrosamente en pleno día
no brotaron araucarias surreales en los cielos del parquet
no hubo ángeles ayunando en la llegada
no hubo hadas irisando la partida
cuentan
que el día en que moriré
nuevamente
no habrá signos ni prodigios
el mundo ha sido justo 
creo
el mundo ha sido cauto en no hacer gestos que tarde o temprano hubiera tenido que desmentir

los caballos


con el cuerpo lleno de pastillas
ando
atado a un asco que me reclama
ruego
divulgo lo ajeno y sin pasión
tiemblo
me oculto del goce que me demanda
y bebo
de los árboles que antes no bebía
y lluevo
sobre el suelo que antes me ajaba
me diluyo
con el alma llena de caballos
voy
y vuelvo
tras un galope profundo que me silencia


viernes, 18 de julio de 2014

La tenue dicha


recoger los signos sin prisa
conducir sin prisa
amanecer sin prisa
entrar al sueño sin prisa
deglutir sin prisa
sorber el agua sin prisa
descansar sin prisa
cansarse sin prisa
replicar sin prisa
cantar sin prisa
escoger los signos sin prisa
demorar sin prisa
abandonarse sin prisa
renunciar sin miedo

martes, 15 de julio de 2014

Borges o La invención de lo impensable


Este texto nació de un texto que nació de Borges, podría decir, para empezar estas palabras.
Borges se ha derramado sobre el idioma. No son pocas las esquinas en las que me he encontrado con una frase, una palabra, una pausa, una idea, una cadencia, un adjetivo que dijo o pudo haber dicho ese viejo argentino que dejó la piel en Ginebra.
Borges se ha derramado también sobre las artes. En todo lo apócrifo está Borges, en todo lo falso, en todo lo dudosamente falso o verdadero se ha derramado la savia de Borges.
Borges se ha derramado también en la cara visible del mundo. No hace falta haberlo leído para vivir en un mundo por el que ha pasado con huella el creador de un cuento memorable debido a la justa conjunción de una enciclopedia y un espejo.
Borges ha dejado aclarado también, como un rey que rige más allá de la Academia, cómo es la manera conveniente de hablar, cómo es preciso escribir y una futura y perentoria valuación.
Eso y muchas cosas más nos ha dejado como tesoro y peso este muchachito porteño que tenía muy claro allá por los 20` que, vaya a saber de qué modo, la palabra Borges iba a dejar rápidamente de ser un nombre propio para pasar a ser una firma, y dejar luego de ser una firma para ser un modo, un hábito, una cultura.
Pero como dije al comienzo, este texto nació de otro texto. Ese texto fundador es el Prefacio a Las palabras y las cosas, de Foucault. El filósofo francés, para empezar, explicita la fuente de su argumentación venidera. Ha nacido de un texto de Borges. En él se propone, rigurosa y genial, una clasificación absurda, una taxonomía sin criterios evidentes o con muchos criterios, lo cual no es muy diferente, nacidos en apariencia de un capricho. A la cita de esta clasificación del texto borgeano, Foucault contrapone, para diferenciar, una típica imagen surrealista: un paraguas sobre una mesa de disección. La imagen surrealista, dirá Foucault, es “pensable”, es “concebible”, más allá de su extrañeza o dislocación. La clasificación de Borges, en cambio, no. Al menos en el estadio actual del pensamiento. De las ideas o los modos de pensar posibles. Hasta ahí Foucault.
Mi pretensión en estas líneas no es crear nada nuevo sino extender y dimensionar lo que a la pasada dice admirablemente el francés. Borges no se limita a dejar a la posteridad una clasificación “imposible”, Borges hace de lo “imposible”, de lo “impensable”, de lo “inconcebible”, una parte no menor, dada su relevancia, de su poética.
Impensable es un círculo pequeño en un sótano porteño desde el cual se podrá mirar el planeta desde todos los puntos de vista posibles, en todos los tiempos y en simultáneo, bajo una mera calle de Buenos Aires. Impensable es la memoria imposible de un uruguayo que recuerda todas y cada una de las nervaduras de todas las hojas de un monte que ha visto una sola vez. Impensable es un mundo que contiene innumerables mundos paralelos que se bifurcan, convergen, divergen o jamás se tocan, según las decisiones de los hombres. Impensable es un libro infinito cuya primera y última páginas son esperablemente inaccesibles o inexistentes. Impensable es una biblioteca de infinitos hexágonos. Impensable es un disco de una sola cara.
No entro en detalles porque me interesa menos lo minucioso que lo conceptual. Insisto. Sólo dilato (este verbo lo aprendí de él) y enfatizo una cosa que ya vio Foucault. Desconozco si fue Borges el primero en llevar lo fantástico hasta lo inconcebible. No ignoro, en cambio, que fue él quien le dio fama a un montón de estos artefactos que el lenguaje refiere, alude, sugiere, pero no representa, que no podría representar. Y es que se trata de lo irrepresentable, también.
Borges llevó la literatura hacia todos los extremos. La sacó de la cancha. Y es por eso que me gusta la metáfora del derrame. Fue genial y fue célebre. Cosa que no muchos se permiten. Dejó una literatura que consiente a pensar el universo. Pero también dejó una literatura para que piensen otros, en un futuro, con otro “estado de mente”. A ellos quizá no los trascienda y otro será el Borges que lean. A nosotros, desde hace ya más de medio siglo, Borges nos reclama una moneda que aún no acuñamos.



domingo, 6 de julio de 2014

La ceremonia


Alojado ya en la parte más impropia del pozo, el tiempo supo darme los modos necesarios para la ceremonia. Empezaría, supe después, por las extremidades. Con los brazos fue de a poco, claro, para no dejar nunca de ser clásico. Las vísceras, a despecho del asco, fue quizá la parte más vital y silenciosa. Nadie, o apenas yo,  pudo ver la ceremonia. Fue preciso que el rito avanzara para entender las variaciones de un cuerpo deglutido. Un hombre salió de un pozo, tiempo después, dicen, como si nada.

sábado, 21 de junio de 2014

Los artistas


Él leía Shakespeare para no mirarla
Ella tocaba el piano para no escucharlo
Él trabajaba versos para no acecharla
Ella escuchaba Schumann para no buscarlo
Él ganó dinero para no abrazarla
Ella ganó dinero para no aceptarlo
Fueron juntos dos grandes artistas
Ricos y geniales
Toda una vida el uno al servicio del otro

martes, 10 de junio de 2014

Submundos


mundos hay donde encuentran asilo
las almas que al peso
del mundo sucumben
(Rosalía de Castro)

creer que un cielo en un infierno cabe
(Lope de Vega)

¿una birra?
(Jorge Gerstmayer)


domingo, 8 de junio de 2014

El canto del abuelo

¿Qué apuro le habrá agarrado al abuelo para morirse, aquel 19 de febrero de 1999, si hasta el médico le había permitido al menos dos años de vida más? Era bastante joven, ahora que lo pienso. Era medio artista. Quizá por eso también. La sorpresa es algo que siempre desveló a los artistas. Nadie se lo esperaba. Se lo encontró en su casa, al calor de la salamandra, con leña recién echada, apenas humeante, roja de caliente, estaba sentado o a medio sentar en una silla naranja de madera, de muy mal gusto, la guitarra en la mano, el pulgar derecho en la cuarta cuerda, la mano izquierda en un todavía apretado mi menor. Claro que el abuelo nada sabía de guitarras, ni de acordes, ni de música, ni de cuerdas. Si no, claro, yo no estaría dedicándole buena parte de mi vida a una muerte que, por indeseada no deja de ser natural. Mi desvelo fue siempre ese mensaje último. Ese mi menor. ¿Lo habría tocado antes? ¿Por qué el dedo en la cuarta y no en la sexta, por ejemplo? ¿Fue todo azaroso y mi desvelo es ocioso? ¿Me hablaba a mí? ¿Condescendió, en ese último gesto, a darle algún mínimo de sentido a mi vida? ¿Cómo podía saber que yo sería el primero en llegar y verlo? ¿Quiso realmente decirme algo? ¿Vio mi espanto y murió después? ¿Murió el abuelo? ¿Existió alguna vez?

sábado, 7 de junio de 2014

Ya todo está

Si naciera otra vez, me aprendería todo Borges de memoria. Palabra por palabra, frase por frase, texto por texto. No como un juego absurdo de Pierre Menard, no. Sólo que no perdería el tiempo leyendo otros autores, otros estilos, otras formas. Si me preguntaran, por ejemplo, por Malvinas, por el peronismo, por Dios; si hablara del desierto, de Francisco Madero, de mis padres, de los caballos que monté, buscaría mis palabras en las de él. No para decir lo mismo de las mismas cosas, no. Sólo buscaría en él todas las cosas para decir, todas las maneras, todas las frases, todas las bromas, toda la erudición. No quiero entrar en un juego borgeano. Debería callarme acá. (En este país, se corre siempre el serio riesgo de querer jugar a lo borgeano.) Debería callarme acá. Decir solamente que lo mismo que vale para Borges vale para Shakespeare. Pero eso para cuando nazca otra vez. 

miércoles, 4 de junio de 2014

XX

era bello hasta lo doloroso
lascivo hasta lo sagrado
simple hasta lo divino
múltiple hasta lo unánime
pequeño hasta lo magnánimo
alto hasta lo invisible
era hermoso hasta lo inútil
sensible hasta lo insocial
mínimo hasta lo infinito
sólido hasta lo abstracto
delicado hasta lo brutal
íntimo hasta lo inaccesible
era bello hasta lo doloroso
hasta lo lacerante hermoso
hasta lo inverbal

miércoles, 28 de mayo de 2014

La Bestia en su laberinto


No es cierto lo que han dicho otros.
No es el desprecio lo que me arrumba.
No es el odio lo que me anonada.
No es el miedo de los otros
ni la indiferencia.
Afuera están los hombres, es cierto,
pero hay algo peor.
Afuera está el caos pero hay algo peor.
Detrás de adentro está la libertad.

lunes, 26 de mayo de 2014

a Henri Matisse

con desprecio

no intento nada
apenas si imploro
soy lo que emerjo
la calma provisoria de lo Incesante
los pasos que puedo
las huellas de los pasos que puedo
las huellas que puedo
mis hojas muertas
no persigo nada
ya lo dije
crear es coger apenas
delicadamente
con la dulce inocencia
de saber
que alguien puede estar mirándote

sábado, 24 de mayo de 2014

pampa

a Pepe, amigo de arreos

galopando
contra la crin de un caballo
soy un viento
en al cara

lunes, 19 de mayo de 2014

su ausencia

a todo lo que no pudo

en este sitio
blanco
en el que ahora dejo
estas palabras
debería
respirar
un poema
y no la relación
precaria, inacabada
de su ausencia

domingo, 18 de mayo de 2014

Nadie Vuelve

este es el lugar de la dedicatoria

llevo una garganta
suspendida del collar
un lugar donde ser otro
desmedido
un solar donde ser niño
desandado
un rincón donde ser río
desnudo
desalmado
sin caminar

martes, 13 de mayo de 2014

La laguna

no sé si a Sara Gallardo o a Olga Orozco

Debajo de la laguna no había nada.
Salvo los monstruos.

lunes, 12 de mayo de 2014

las palabras


las minucias
de la palabra
no me distraen
de la grandeza
de la miseria

soy un silencio grande que se derrama

domingo, 11 de mayo de 2014

El otro Funes

al inolvidable

No recuerdo los hechos.
Sólo recuerdo que fue memorable.
Y esas cosas no se olvidan.

domingo, 4 de mayo de 2014

Fábula del gusano


a veces no sé quien soy
dijo el gusano
si amanezco crisálida
dijo
si me duermo mariposa
sopló
a  veces me desconozco
dijo el ciempiés

martes, 29 de abril de 2014

La pensión

pende
todos sabemos que pende
titila, tiende, sobrenada
pende
nadie lo sabe pero pende
se acuclilla, se encarama, pendula
pende
alguien deberá afirmarnos que pende
que bascula, que tiembla, que cintila

pero nadie cree en ese dios
la pensión es una soledad de las arañas
bifurcar su fatalidad en un exceso de la palabra
el silencio es sabio porque ignora



jueves, 24 de abril de 2014

la herida en el costado


mientras me busco
un costado por donde huir
dios
una herida en que sangrarme
huyo
me voy
de todos los sitios a la vez
es decir
me desecho
con una flor en la nariz
vuelvo
me reclama la eternidad
no me puedo faltar
ser ateo de mí
gritar
y yo que cada vez es menos



lunes, 21 de abril de 2014

la sílaba


hambre
serena sedición
cercado de todo
sitiándolo
ruta
falanges 
inclinadas
tiempo
y espacios
averigua
anda
si vos fueras
babea
tal vez un acaso
o casi
llegar
y en sed se inclina
ser agua
bebe
o no
siembra
verse
para cuando
aprieta
balbucea
sin saber qué
acaricia
se supone
cae
o averigua
rumia
dice
como te busco imposible

lunes, 14 de abril de 2014

la mueca de la prescindibilidad

y yo cada vez más prescindible incluso para mí
y ellos cada vez más ellos incluso para sí
y las hojas que se llenan de huecos cada vez
y los pájaros que se olvidan
y el monte que me olvida
y una noche perturbada de saber
y un berrinche de chico sin saber
y una mesa para nadie excepto yo
y un lamento ensimismado salvo yo
y yo cada vez menos sediento y más con sed
y cada vez más invisible incluso ya
y a cada rato menos
inolvidable

domingo, 13 de abril de 2014

yo los veo pasar

a ellos

los veo pasar
felices con impunidad
ciertos cuando ríen
ilesos al hablar
largos y amenos
amplios
los veo pasar
por mi casa pasan
no se desmienten
ni se encogen
no perciben la culpabilidad
o es que no la tienen
pasan con la boca sabia
arroyos
se llevan con flexibilidad
la cara liviana o las manos
entregados
en sí
al aire los cuellos despiertos
no fingen
no sufren desierto
destierro
rigidez
yo los veo pasar
no les pesa la dicha en el cuerpo
no llevan resabios
ni rémoras
ni fatalidad
no me ven y no les falto cuando no me ven
andan a tientas
hermosos
públicos
se prefieren siguen y se van
camino a nada pero mientras tanto...
como sabiendo que nada más importante...
camino a nada pero mientras tanto
yo los merezco un ratito
les dejo mi celo
en ellos pasa delante de mí un hombre que quiero y que nunca seré


El último canto

la última vez que canté lo hice a capella
y sin público
también la primera
en el medio pasaron tantas cosas
que se han sabido borrar
o imprecisar 
como un humo cuyo fuego no existe
la última vez que canté lo hice sin ropa
y sin armas
también la primera
todo lo que pasó antes 
y después fue una visión irreconstruible
inaccesible para todos
descreo de su realidad
en cambio
la última vez que canté no sabía que cantaba
tampoco la primera
luego lo supe y pasaron otras cosas llenas de un ruido borroso y ensuciado
de cuyas palabras
de cuyo alcohol
de cuyas muecas nadie se hace cargo

domingo, 6 de abril de 2014

La vida comentada


¿Qué se ficieron las llamas
de los fuegos encendidos
de amadores?


como un Rimbaud despedido
despreciado o despreciante
que aún no ha dejado una temporada en el infierno
no
ni iluminaciones
no
ni cosa que se le parezca
que se iguala al poeta en la partida
en la alejada o en la acercada
en lo trunco que no lo será desde un futuro sensato
dejante o dejado
por un trabajar que no lo entusiasma
que no le da dioses adentro
como un Rimbaud que no hubiese transitado
paraísos
sus insomnio y sus deliraciones
como un Rimbaud ignoto
es decir
como alguien que no pudo ser ni nada que Rimbaud
pero escapó de todos modos
de la esperanza de serlo
del delirio inconfesable de serlo
de la insensatez de serlo
como un Rimbaud que practicó
sosamente
alguna vez es cierto
meramente y para nadie
la vida comentada


miércoles, 2 de abril de 2014

Escuela y Literatura

“Hay quienes gustan verdaderamente de la literatura”, decía, aproximadamente, un hombre que ya estaba viejo y seguía ciego pero no perdía el humor, “quienes no gustan de ella”, seguía, “se dedican a enseñarla”. Y no decía nada demasiado lejano a una verdad.
     Es que la complejidad de la literatura no se lleva muy bien con los esquematismos de la pedagogía. Los alumnos, pienso en los alumnos adolescentes, sobre todo, fueron entrenados en el hábito de la respuesta, más que en el de la interrogación; más en el de la certeza que en el de la incertidumbre. Y la literatura lo es, casi toda ella, incerteza e indeterminación.
     Cómo situarse, un docente, frente a un texto de ficción que más azora que define, ante el reclamo voraz de “explicación” de los oyentes. Cómo pararse en el medio, entre el texto y los alumnos, sin dejar de ser docente y sin dejar al texto sin literatura. Quizá una respuesta posible sea pensar el verbo en una primera acepción: enseñar es mostrar. Entonces la función del docente se reduciría casi a la de un buen amigo que presta o recomienda una lectura sin intervenir en los significados posibles. Esa parada deja al texto ser texto, pero al docente lo deja como extraviado, incompetente, ajeno.
     Cómo se planta un docente, que quiere hablar de un texto sin desnaturalizarlo, ante un auditorio que sólo concibe la pregunta como la primera parte de un intercambio cuyo único complemento posible es, obligatoriamente, la terminante respuesta, una suerte de cierre, de clausura, de definición. Otra opción, claro, es la sinceridad. Todo lo que de satisfactorio haya en mis enunciados es falso, diría el docente, o podría serlo, o parcialmente, lo cual no mejora mucho las cosas.
     “Hablar de literatura obligatoria”, decía también aproximadamente el viejito del digno bastón, “es absurdo. Es como hablar de felicidad obligatoria”. Claro que esta es una mirada radicalmente hedonista de alguien nacido y criado entre libros. Los alumnos, por lo general, no comparten su biografía. Entonces, se le ocurre a este enseñante, quizá la misión del docente sea la de mostrarle esa “felicidad”. De encarnarla. Transmitirle, quién sabe de qué manera, la propia felicidad, si es que se la siente, al transitar los sinuosos caminos de la literatura.
    Pero la verdad es que Literatura, en las escuelas, es menos un conjunto de textos de ficción que una matera curricular. Que precede a Historia, pongamos por caso, y sucede a Biología.
     Entonces, si de un lado está la literatura, con toda su irresolución, toda su apertura, y toda su marginalidad, del otro está la didáctica y la institución escolar, con sus edificios y sus funcionarios. En el medio el docente deberá hacer lo imposible por echar luces (que no luz) sobre ella, y a la vez aspirar a no neutralizarla. La literatura es un borde, una orilla, un rincón y una grieta. La escuela, por lo general,  propende a lo contrario. Quizá, bien pensada, la ficción sea contracultural, contrahegemónica. Entonces la dejaremos aletear. Un murciélago que se metió de noche, ilegal, en el Palacio de Justicia.

domingo, 16 de marzo de 2014

El lector


ese que lee y mira
ese que lee y paladea
ese que lee y se inscribe
ese que lee y saborea
ese que lee y se asombra
ese que lee y manosea
ese que lee y regusta
ese que lee y se babea
ese que lee y se distrae
ese que lee y serpentea
ese que lee y se busca
ese que lee y se marea
ese que lee y se nada
ese que lee y se bucea
ese que lee y se dispara
ese que lee y se rodea
ese que lee y escribe
ese que lee y merodea
ese que lee y se frena
ese que lee y olfatea
ese que lee y descansa
ese que lee y pedalea
ese que lee y se declina
ese que lee y llorisquea
ese que lee y se enciende
ese que lee y se pasea
ese que lee y se irrumpe
ese que lee y aletea
ese que lee y se hace agua
se hace viento se hace aire
se hace ola
se hace mar y se bracea

martes, 11 de marzo de 2014

El desierto que empieza ahora


crear un desierto de la nada
nada fácil
más posible una ciudad
que también es un desierto
como dijo alguien
pero que nada tiene que ver con la nada
nada más lejos
nada más ajeno
crea un desierto de la nada
nada fácil
será preciso intentarlo
no se sabe si sacando o si poniendo
ni qué ni cómo ni nada
pero es preciso intentarlo
aprovechando este vacío de ahora

domingo, 9 de marzo de 2014

Donde se tejen las cosas

...Rembrandt le confesó que su tratamiento del claroscuro
adeudaba menos a Caravaggio
que a las incursiones infantiles en el molino.
Daniel Guebel; “El griterío de las inocentes”

a quién adeuda una prosa sino a la grupa de un caballo
a un juego de niños en el polvo sin autos
a quién tributar una sintaxis sino a una huella
incansable que sigue hasta un destino
a las maravillas del horror de los insectos
a la incesante práctica del toqueteo y la segregación
a quién debitar un hallazgo en la palabra ungida sino a los sapos
a las calles atestadas de saltitos revulsivos
a quién más debe una pausa, un tono, 
una cadencia que a los pájaros
al sexo entre las acacias
al monte que nos esconde
a ella que nos redunda
a quién adeuda un deseo
a quién sino a la lejanía insobornable del flamenco
y la manifestación aviesa y gritona de los teros....
sí, es cierto, después hemos leído un par de libros
para justificar, para encauzar y reducir
para reemprender o continuar un camino abierto allá a lo lejos en la infancia

jueves, 6 de marzo de 2014

Los gauchos bárbaros

hay una flor que nace lejos
nadie sabe si es la misma flor que todos saben
o es otra que sólo coincide en la distancia
pero allá en el campo todos la ven
la ven nacer y de algún modo la extrañan
aunque están seguros de nunca haberla tenido cerca
y menos en la mano
del color se ha dicho mucho
también de la especie
del perfume nadie habla
pero la verdad es que lo único cierto es el nacimiento
todo lo demás es retórica
habla gaucha que sola se entiende
la única verdad es el brote allá en lo lejos
porque lo lejos es un lugar
un sitio por donde pasan las cosas
eso que los gauchos llaman la memoria
lo real o el futuro
sinónimos exactos para esa manga de gauchos bárbaros


miércoles, 5 de marzo de 2014

Historia de la palabra

como a drácula con la cruz
hay un monstruo al que sólo espanta la palabra,
sin matarlo, claro,
porque la palabra es pacifista,
por no decir inocua, que es herejía,
el monstruo que es sagaz se oculta,
nos segrega credulidad por todo el cuerpo y vuelve
al tiempo
a ser mudo por nuestra carne
a ser en las altas cumbres un águila irrompible
de entrañables hambres,
y así la palabra que vuelve como un escudo,
como vuelve la cruz,
para espantar y nada más como una rama las moscas,
el mosntruo se inclina entonces para atrás,
se finge destruido y parte,
y si nos salva la muerte de algo,
al final,
nos salva de tanta palabra,
la palabra que ha nacido para el espanto,
la palabra que ha vivido para los monstruos