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sábado, 26 de diciembre de 2015

Van Gogh


 y nuestro reino en la vigilia se deshoja
Amelia Biagioni, “Arles”

y despegado del mundo me animalo
me desvisto
me amurallo
la bestia
que me ha parido
soy
y la señalo
y si no es mayor la transparencia
no es pudor
lo que me enseña
no es van gogh
quien se desbestia
mi desnudez termina cuando lo invisible
comienza

domingo, 20 de diciembre de 2015

Resúmenes


XXVII

hay que estar muy despegado del mundo
para hacer de la letra un sostén
para hacer de la letra que deja la pena un sostén

domingo, 6 de diciembre de 2015

La obra

(pieza teatral en un acto)


(Cuando se abre el telón, un hombre y una mujer lloran, de la manera que quieran, durante cuarenta minutos. Luego el telón se cierra.)

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Resúmenes XIV


el prejuicio de creer que hay algo más
aquí adentro
el prejuicio de creer que no hay más nada

lunes, 30 de noviembre de 2015

viernes, 27 de noviembre de 2015

si muero esta mañana


si muero esta mañana
morirá también una hembra abandonada
morirá un caballo blanco y negro caminando de espaldas
morirá el silencio y el silencio de una gana
morirá atahualpa yupanqui
morirá un ciempiés que nunca ha visto la mañana
morirá una rosa que no he visto y una palabra larga
morirá una vieja guerra entre mi ser y la nada
morirá una comadreja que siempre estuvo asomada
morirá un soneto de memoria
morirá una sempiterna canción de soledad olvido y agua
morirá también una escalera nunca del todo escalada
morirá una sombra gorda que no me copia la mirada
morirá un ser despreciable y otro ser que tarda y no se acaba
morirá camila o’ gorman
morirá un caballo muerto y un hombre muerto en su espalda con la ternura ya toda cansada




martes, 24 de noviembre de 2015

la plenitud

a Cata, que trabaja en un cementerio

estoy lleno de palabras adentro
estoy lleno de murmullos adentro
estoy lleno de gritos adentro
estoy lleno de aullidos adentro
los silencios están todos afuera

viernes, 20 de noviembre de 2015

La Vara

a Barrilete, que cabalgó sin odio la peor de las esencias


Montado en mi lánguido tobiano, a mi vera el tobiano ancho de mi hermano, la carrera está a punto de acabar. (La carrera quizá nunca ha comenzado). La desventaja es amplia, pero posible. La vara de paraíso que llevo en la mano no alcanza, parece, para ser victorioso, entonces pego, pego cada vez, y la derrota no se ablanda, no se aligera, no perdona. Mi hermano enhiesto , a mi diestra, contrasta, notoriamente, con mi derrumbe, con mi lento desencuentro con el eje, con mi progresivo estar oblicuo, al suelo y al caballo, con mi gradual y ascendente horizontalizarme, con la inminencia de la caída. Entonces la vara se acerba, mi brazo se separa, todo lo posible, del caballo, de mí, se tensa y pega, repite y no va a parar hasta verme, ella que no soy yo, que ya no es yo (o quizá lo soy yo todo, como un prenda íntima), no va a parar hasta verme sin espera, sin ilusión, derrotado, sí, en pérdida, sí, humillado sí. Pero en el suelo. Con la frente en el nudo del suelo.

martes, 10 de noviembre de 2015

Hamlet. Monólogo del Viento


Hamlet está solo en el centro del escenario. Una luz lo ilumina con precisión. El resto permanece lo más oscuro y vacío posible.
Hamlet:
(sentado en cuclillas, cómodo, mirando a una nada precisa, detenida, pensativo y levemente melancólico, definitivo, la cabeza dirccionada a un sitio apenas por encima de sí mismo)
Lo fui todo.
Todo lo que el viento quiso que fuera lo fui.
Humo de brisas que un ángel insobornable desata.
Viento.
Mi única patria. El suelo que recorro. La madre que me habita. El cielo que descorro.
(pausa, Hamlet alza levemente la cabeza o simplemente la vista, sigue ensimismado, pero el movimeinto de la cabeza anuncia o denuncia un leve énfasis)
La locura y el abismo. El llanto y la injusticia. La muerte y la ternura. El polvo y la codicia.
Viento.
Todo el resto es impostura. Laberintos señalados. Inauténticas imágenes de Dios.
(pausa apenas más extensa que la anterior, incorpora el cuerpo aunque no se pone de pie aún, el tono no se vuelve nunca coloquial, anecdótico)
Cierto es que no toleré la muerte. La muerte cotidiana. La serrana muerte. La muerte gentil.
Cierto es, más cierto aún es que deliré con voluntad, con artificio, una dura sombra de padre para redimir a los bárbaros dioses, culpar a las lícitas serpientes, aspirar a una rara eternidad.
(la cabeza se inclina, sin premura ni violencia, hacia arriba, y el discurso siquiente adquiere mueca y tono levemente de plegaria, de reproche al cielo, de contenida indignación)
Y todo es parte de una sinfónica argucia. Que descree del ángel. Que prefiere ser nada a ser todo y al terror.
(vuelve su rostro al frente y regresa a su tono meditabundo y exteriormente sosegado, ahora parece que esa nada exacta a la cual se dirigía empieza a confundirse con el público )
Porque el ángel también es, olvidaba decirlo, un encuentro a soloas con la fiebre,  un encuentro a solas con la monstruosa, mínima sombra que sos.
(pausa, Hamlet parce responder a una voz interna que lo interpela)
El amor. Sí. El amor ha descreído del agua. Del moho verde del agua. De las flores necias del agua. El amor ha descreído del tiempo. Ha descreído del credo de una astuta promesa de perpetuidad.
(Hamlet lentamente se pone de pie, camina por la escena, la domina, se vuelve dueño del escenario y su tono se vuelve declamatorio y enfático, vuelve al centro)
Yo, Hamlet, el viento. Yo, Hamlet, las llamas. Yo, Hamlet, el fuego contra las caras y las letras clavadas sin premio en la conciencia irreversible de una increíble humanidad.
(repite “y las letras clavadas sin premio en la conciencia de una increíble humanidad”, dos o más veces con creciente y notorio desasociego hasta llegar al borde del llanto, pero se detiene y vuelve a su tono reflexivo y sereno)
He dicho, lo recuerdo ahora, que la cosa estaba entre dos cosas. Pero la cosa es una y está olvidada.
Viento.
Mi padre ha fallecido de justicia. Mi madre y mi amada, detrás de una cortina o abajo del agua,  también lo están o lo estarán.
(Hamlet camina y cambia radicalmente el punto de enfoque de su mirada, al otro extremo del escenario, ahora sí como compareciendo ante algo o alguien, habla con seguridad y creciente entusiasmo por sus propias palabras)
Guardo fidelidad a la impericia. De ser llevado a rastras por la tierra. De acabar un día cualquiera siendo de aire, siendo de alga, sombra, siendo de otro, despeinado, sucio, enfermo, en la cornisa impía de un salto de pájaros, nubes, alas y de fragilidad.
(camina, recorre y vuelve al centro, desde allí habla)
Guardo.
Eso sí. Guardo.
Guardo para mí los goces de la más sensata de las manías. Guardo para mí una tumba al aire libre que me mate y que me guarde. Guardo para mí una calle polvorienta, el beso ensalivado de una hembra, una espada sin vaina, brazos, baba, rubor, y un sabor insensato de genuina y pasajera eternidad.
(ahora más decididamente mira al público, tono invitante, casi de arenga, con algo de aparecido desgarro) 
Vamos.
Vamos fuera de este infierno de saber.
Arruinemos las delicias de prever si quién soy yo, si quién sos vos, si él es él.
(Aumenta el pathos y se diluye la contención de los furores guardados durante siglos)
Una sola comadreja intempestiva puede darnos de salvar esta inocencia de querer matar al viento con una choza de pajaa, una reja de ladrillos, un palacio inmóvil de cemento, barro, o de piedras de cristal.
Viento.
Los gusanos se aprovechan, es verdad, del ángel delincuente, pero ellos saben que nada suyo es de él. (pausa, clama, baja el tono)Ni siquiera él, que viola todo lo que salva, ni siquiera él es de él.
(Hamlet se detiene como si cayera en cuenta de algo. Su tono deviene en el anterior. Se recata voluntariamente pero se le nota el desafuero)
Pero soy príncipe.
Es una pena que no llegue el olvido y sea tigre en la sabana, Jesús en el desierto, Jehová en la zarza ardiendo, un gato triste o la mano en vano que lo busca sin premura para acariciar.
Es una pena no dejar de saber nunca que un hombre ya hace tiempo me ha clavado con un nombre y una historia en una farsa de verdad.
(Se exalta. Mira hacia un costado, le habla a su “amo”, le extiende la mano a medias entre el agradeciemiento y el reproche, pero casi grita)
¡Oh amo! ¡Oh magnífico amo! que me has hecho decir todo lo que yo jamás hubiera podido siquiera sospechar. ¡Oh miserable amo!, que has usado de mi boca para hablar de tus gusanos, de una tumba en plena tierra, de viento, de una lucha absurda de puñales, de títeres de carne, de ridículas voluntades, de mil espadas prostitutas, de caranchos entintados, y una hermosa muchachita que se ha muerto en soledad.
(pausa, Hamlet recuerda y se entristece, el tono se vuelve entre melancólico y sarcástico)
Porque alguien debía entender. ¿No?
Y el que entiende vive o muere de verdad.
(pausa, descreído)
Yo no sé si es suficiente la ternura.
Viento.
El amor no sé.
(se exalta y arenga)
Abramos los cuatro rumbos cardinales que nos vidrian. Despejemos la esperanza encubridora de saber qué día es hoy.
Total...
(Hamlet vuelve a sentarse y recupera su tono inicial, todo vuelve al principio, habla lento, derrotado o agotado)
Total mañana será otra muerte.
Total mañana será otra vida.
Total mañana quizá yo vuelva a despertar.


Telón

lunes, 9 de noviembre de 2015

será preciso

a Quetzalcóatl, la Serpiente emplumada


será preciso hacerle un tajo al mundo
darle vida a los huesos perdidos con la sangre del desgarro
será preciso descender a los infiernos para ver la vida nueva
salir sin lengua sin palabra
será preciso desafiar las codornices que nos buscan la esperanza
sacar un muerto en nuestros pies con una vida adentro
será preciso abrinos luego el corazón y descubrir la entraña
hacer del muerto nuestra multitud
nuestra infinidad
será preciso despertar sin nada y huir desnudos hacia las afueras
saltar de adentro para afuera y vernos el rubor
todo el pudor del mundo vernos
desesperados de no ignorar
desenfundados de conocer
como el rey de tebas
caer en cuenta será preciso
todos muertos
todos nuevos
pero caer en serio

sábado, 31 de octubre de 2015

Hamlet. Monólogo del Viento


Lo fui todo.
Todo lo que el viento quiso que fuera lo fui.
Humo de brisas que un ángel insobornable desata.
Viento.
Mi única patria. El suelo que recorro. La madre que me habita. El cielo que descorro.

La locura y la cordura. La muerte y la eternidad. El polvo y la codicia.
Viento.
Todo el resto es impostura. Laberintos señalados. Inauténticas imágenes de Dios.

Cierto es que no toleré la muerte. La muerte cotidiana. La serrana muerte. La muerte gentil.
Cierto es, más cierto aún es que deliré una sucia sombra de padre para redimir a los dioses bárbaros, y culpar a las lícitas serpientes, y aspirar a una rara eternidad.

Y todo es parte de una sinfónica argucia. Que descree del ángel. Que prefiere ser nada  a ser todo y al terror.
Porque el ángel también es, olvidaba decirlo, una insólita fiebre y un encuentro a solas con la monstruosa sombra que sos.

El amor. Sí. El amor ha descreído del agua. Del moho verde del agua. El amor ha descreído del tiempo. Ha descreído del credo de una insulsa eternidad.

Yo, Hamlet, el viento. Yo, Hamlet, las llamas. Yo, Hamlet, el fuego alto y las letras clavadas sin premio en la conciencia irreversible de una increíble humanidad.

He dicho, lo recuerdo ahora, que la cosa estaba entre dos cosas. Pero la cosa es una y está olvidada.
Viento.

Mi padre ha fallecido de justicia. Viento. Mi madre y mi amada también lo están o lo estarán.

Guardo fidelidad a la impericia. De ser llevado a rastras por la tierra. De acabar un día cualquiera siendo de aire, siendo de alga, de sombra, siendo de otro, despeinado, sucio, en la cornisa impía de una cima de pájaros, de nubes, alas, y de fragilidad.

Guardo.
Eso sí. Guardo.
Guardo para mí los goces de la más sensata de las locuras. Guardo para mí una tumba al aire libre que me guarde. Guardo para mí una calle polvorienta, el beso ensalivado de una hembra, una espada sin vaina, cenizas, rubor, y un sabor insensato de pasante o pasada eternidad.

Vamos.
Vamos fuera de este infierno de saber.
Arruinemos las delicias de creer si quién soy yo, si quién sos vos, si él es él.

Viento.

Una sola comadreja intempestiva puede salvar esta inocencia de querer matar al viento con un rancho de paja, una reja de ladrillos, un palacio inmóvil de barro o de piedras de cristal.

Viento.

Los gusanos se aprovechan, es verdad, del ángel delincuente, pero ellos saben que nada es de él. Ni siquiera él mismo es de él.

Viento.

Pero soy príncipe.
Es una pena que no llegue el olvido y sea tigre en la sabana, Jesús en el desierto, Jehová en la zarza ardiendo, un gato triste a la mañana o la mano en vano que lo busca lenta para acariciar.

Es una pena no dejar de saber nunca que un hombre ya hace mucho me ha clavado con un nombre y una historia en una farsa de verdad.

Oh amo! Oh magnífico amo que me has hecho decir todo lo que yo jamás hubiera podido ni siquiera sospechar. Oh miserable amo! que has precisado mi boca para hablar de gusanos, de una tumba en plena tierra, de una lucha absurda de puñales, de títeres de carne, de ridículas voluntades, de mil espadas prostitutas, de caranchos entintados, y una hermosa muchachita que se ha muerto en soledad.

Porque alguien debía entender. ¿No?
Y el que entiende vive o muere de verdad.

Viento.

Yo no sé si es suficiente la ternura.
Viento.
El amor no sé.

Abramos los cuatro rumbos cardinales que nos vidrian. Despejemos la esperanza de saber qué día es hoy.
Total...
Total mañana será otra muerte.
Total mañana será otra vida.

Total mañana quizá yo vuelva a despertar.

martes, 27 de octubre de 2015

lo preferido

a un ángel delincuente
(y a Blas Arrese Igor)

todo lo que sobresale
del delito de lo armado
la vida celeste crecida entre un polvo y una calavera
la fisura ingente de la delimitación
marcada
vos en la puerta
yo en el baño
nuestra tierra flotando
afuera
las alas de la nube
y la nube de las alas
algo que resta en la playa de estacionamiento
en damero
la contracara de la ménsula
los vidrios del río
un camalote perdido
los peces desnudos
andás a caballo con los ojos cerrados y el caballo es fuerte es solo y es ciego
no te preocupa la claridad de la luz si previamente un vidrio oscuro
reprime un parpadeo
la soledad de la mueca
todo el terror que te agiganta
toda la sed que te reseca
toda la sangre que no explota porque explota cada vez
porque ser es explotar
la bomba desatada
una grieta en la pared expuesta al próximo tren que la decida
larga o curva o detenida
todos los rieles transparentes
translúcidos o invisibles o sin cesar inexistentes
una madre al borde
cada piedra mohosa de un río
y vos sin saber
y yo sin mirar
y un mate servido al pedo
todo está servido para el ángel
que no promete salvación
ni soledad
absoluta
ni hermosura
promete quizás una vez
un día en un instante
en un preciso segundo
una tarde o noche o madrugada
algo
de lo ignoto
justo a vos va a pasar...
y vos sin párpado.

domingo, 25 de octubre de 2015

Al mar


al llegar
vagamente
hasta vos
quiero saber
vanamente
hasta dónde va a llegar el agua

domingo, 11 de octubre de 2015

Carta de un hijo a otro

a Clara

me vas a ver querer
hija
como a doscientos pájaros a la vez
me vas a ver trepar
ser vidrio en la tajadura
me vas a ver crecer
hija
ser niño en la sepultura
ya no hablaré
tendré un silencio profundo
ancho
esta vez
lleno de llagas
pletórico de semillas

lunes, 28 de septiembre de 2015

Poema escrito mientras espero


todo es irreal
nada es inherente
todo es infecundo
nada es terrenal
todo es porvenir
menos la espera

El Mito del Vellocino. Historia de los argonautas


 ... y en cada lugar que entrábamos
hallábamos una oveja
blanca
cuyo resplandor
esporádico
le llegaba
(se veía)
de lejos...
no tanto como para que desistiéramos
no
no tan poco como para que exista.


domingo, 27 de septiembre de 2015

la caída


está bien
acepto la expulsión del paraíso
acepto incluso su histórica inaccesibilidad
lo que no puedo aceptar
sin que la baba del agua me llame al lamido
es su inexistencia
su supresión
estanada

miércoles, 23 de septiembre de 2015

El árbol

a Yupanqui, el lector que hubiese querido

un árbol existe
yace
sus pájaros lo hablan
¿lo sabe?
pregunto
¿lo quiere?
incluso
¿lo prefiere?
un árbol existe
yace
sus pájaros lo hablan

martes, 22 de septiembre de 2015

El caburé

...
al día siguiente 
el caburé 
ya no era el mismo. 
Su voz había degenerado 
y su mansedumbre se había trocado en ansias incontenibles de crimen. 
Ya no cantó más para embelesar a las avecillas de Dios 
sino para elegir su presa. 
Este cambio 
psíquico 
trajo también 
lentamente 
su cambio físico. 
El caburé, pervertido, criminal, maldito 
perdió sus hermosas formas 
tomando aspecto vulgar. 
Pero las humildes avecitas de la selva 
por efecto 
todavía 
de aquel influjo 
mágico 
que Tupang le dio 
acuden a su llamado fatal
donde pagan con la vida su devoción a la melodía y la belleza.

(Extracto de una fuente cualquiera)


miércoles, 16 de septiembre de 2015

Silencio

a Yupanqui

si él me muda
si ella me muda
¿ellos me mudan?
¿me dan a comer de mí mismo?

domingo, 6 de septiembre de 2015

Leche de madre


pintar con leche de madre
con sangre de abuelo
con pelo de yegua
no es un sueño de artista
esa es su tragedia
su mutilación
su sueño debiera ser tener mucho dinero
para comprar buenas pinturas

martes, 1 de septiembre de 2015

La metamorfosis


Capítulo I

Un amanecer, tras un sueño del todo tranquilo, encontréme acá, en este lado de adentro. Intacto. Inerme.

Capítulo II

El mundo no me habla. Yo al mundo no le hablo.

Capítulo III

O no me entiende. O no le entiendo. O no me escucha.

Capítulo IV

Cuando salga de este cristal será demasiado tarde ya para no añorarlo.

Capítulo V

Y nana nada nada habrá cambiado.

miércoles, 26 de agosto de 2015

El país real


"como en una multitud
de otros pueblos
el orificio
del mundo subterráneo
de ultratumba
está en el país real”


(Fragmento de una nota al pie de un libro cosmogónico)

miércoles, 19 de agosto de 2015

Lorena


salva
lorena
con sus rayones
sus manchas
en la tela
una aspereza
una liviandad
un lobo oscuro
un no es nada
no realza
que se queda
por un rato
aunque sea
vuelto cromo
vuelto recta
vuelto círculo
rombo blando
triángulo
nada
y vuelve
luego
a teñir
(en el fondo ella lo espera)
de siempre la misma tela


viernes, 7 de agosto de 2015

domingo, 2 de agosto de 2015

Arteísmo. El arte de los creyentes.


Como Dios,
lo sabemos,
el Arte habita en íntimos detalles.

“Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño”

Ahí está Dios.
¿Lo ves?

“Vos sos un capricho que mi presupuesto consiente”

Ahí, aunque no parezca, también.
¿Llegás?

“Ha visto el espíritu que lo habita y conoció su nombre, pero sus hermanos están fuera del nombre.”

Y todo el resto, que es casi todo el resto, es literatura.

sábado, 25 de julio de 2015

La Virgen de Borges


Virgen
Virgen milagrosa
Virgen milagrosamente otra vez
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño

jueves, 23 de julio de 2015

El voyeur


Adónde me ocultaré.
Las luces que se apagan cada vez me ocultan menos.
Y un pintor
ya lo sé
mi mira desde su ventana.

sábado, 18 de julio de 2015

Gauguin


y cada vez
que viejo
o ido
volvía
al campo
a ese centro
del campo
ese monte
recordaba
o entendía
el mundo plano
duro
de Gauguin
recordaba
o entendía
por qué un pintor
resigna
desiste
o sabe muerta
o perdida
la tercera dimensión

lunes, 6 de julio de 2015

sábado, 4 de julio de 2015

Una incursión a los hijos ranqueles

a  Clara, que juega a leer

Yo llegué a la literatura como Mansilla llegó a los indios ranqueles. Aprendí, acepté y ejercí su legislación, casi siempre ajena. Ella, en cambio, se sienta y escucha, ya es toda una indiecita.

viernes, 3 de julio de 2015

El tiempo

a Leonardo, a Miguel Ángel, a Rafael

Para quienes no tenemos ningún talento
hemos nacido en el tiempo exacto

martes, 30 de junio de 2015

Capricho 43

a Francisco de Goya

Un hombre, paulatinamente simio, ingresa al monte, de la mano de un cuerpo, paulatinamente azul.

lunes, 22 de junio de 2015

domingo, 14 de junio de 2015

Los pasos perdidos


Y encima todo este barro toda esta saliva de babas sin dueño
Y encima toda esta lana esta fiel mugre de tierras sin pasto
Y encima toda esta hoja esta grafía de hojas sin leña
Y afuera un lento caballo, una devoción de trancos
Una conmoción de lluvia
De galope hasta el océano

sábado, 6 de junio de 2015

Coplas de San Agustín


se ahueca la noche y de nada sirven ya los pájaros

hay un duende que no sabe si salir

decrece en el mate la multitud de agua que dios sabe a qué ha venido

un hombre se transforma y no lo sabe

ser copia de la nada no es un gesto de la nada pero a nada del todo se resiste 

miércoles, 27 de mayo de 2015

el cuarto propio


si por la hendija
de la puerta
cerrada
veo la luz...
¿está la luz?
¿está la puerta?
¿existe afuera?

martes, 26 de mayo de 2015

El Círculo de la Infertilidad


No fue debido a la improbable conjunción de un espejo y una enciclopedia. No fue, tampoco, debido a la ardua compañía de un poeta ambicioso y mediocre de la ciudad de Buenos Aires. Fue por la paciencia, el esmero, la obsesión, el deseo, la necesidad. La regadera y el azadón.
Tampoco, hay que decirlo, el descubrimiento fue cosa milagrosa o fantástica. Un pedazo de tierra, simplemente, dentro de las dos o tres hectáreas que rodean el rancho de la chacrita del Loco Chavero, en el que, a contrapelo del empeño, del amor incluso y del tiempo, no crecía nada. El Círculo de la Infertilidad, gustaba llamarlo, excesivamente, como en todo, Don Herminio.
Y digo de la paciencia y el empeño porque fueron muchos los años que, según sabía contar Herminio, fue buscando, paso a paso, riego a riego, ese rinconcito de tierra en el que las semillas de manzana, damasco, ciruela, naranja y mandarina, e incluso el pasto, se abstuvieron siempre de crecer. Era su Círculo (aunque en verdad la forma era irregular y hasta algo informe), su Sitio de la Infertilidad, así, con mayúsculas, por la seriedad un poco afectada que tomaba su tono al nombrarlo.
Y lo cuidaba, claro, más, incluso, o más, sobretodo, que todo el resto de la chacra, superpoblada groseramente de árboles frutales de distintos tamaños y edades, que, decía, eran la medida justa de su esfuerzo para llegar al sitio, por fin, en que ni la gramilla más silvestre subía al cielo.
Debe haber algo ahí abajo que no permite el crecimiento, le decía yo, a veces, en un llamado iluso a la sensatez, a la comprensión. Herminio me miraba y se ponía levemente triste. Agachaba la cabeza y la mecía discretamente. Yo me paso la vida, decía, buscando un trozo de infertilidad en mi suelo y vos la única reflexión que tenés a mano es esa, preguntaba o afirmaba, pero ya no miraba.
Cada día Don Herminio esquivaba la fronda de su chacra para irse hasta el Círculo. Cuando yo me iba, él se quedaba. Mirándolo se quedaba. Fijado. Nunca supe cuál era su deseo. 

martes, 12 de mayo de 2015

diario último del capitán


si busco
la ballena blanca
si vago
disminuido
cojo
por cubierta
popa o proa
si maldigo
si vivo
por un solo destello ido
cuelga
de mis ojos la sombra
vuelvo
no es preciso saber
nada
no es mejor el saber
algo
si emerjo
de una ballena
me hundo
en una tardanza
demora
mi odio no se puede trascender del amor
que una mancha a lo lejos puesta
asomada a lo hondo
ensañada de hombre
una emboscada
un crucifijo de agua
de barro o hierro
duro
allá
no sé donde pero allá
no sé quienes pero allá
no sé cuando pero allá
allá a lo cerca
pero siempre
temo
trueno
soplo
rujo
una ballena me busca 

martes, 21 de abril de 2015

El estilo


El estilo 
es el efecto
empecinado
elaborado
trabajado
ejercido
de asumir
como marca
una limitación

sábado, 11 de abril de 2015

El canon

"Suyo es lo que perdura en la memoria
del tiempo secular. Nuestra la escoria"

Bach
Mozart
Beethoven
Borges
Cervantes
Shakespeare
Piazzolla
Dúo salteño
Mercedes Sosa
Yupanqui
Gardel

Todos estos hombres tienen algo en común.
Todos han inaugurado y clausurado una cosa.
Como Dios, fueron los primeros y los mejores.
Faltan nombres, claro. Muchos.
Muchos. Pero no tantos.

lunes, 30 de marzo de 2015

El nombre de las plantas

a quien un día me tomó del brazo
y me llevó a conocer el nombre de las plantas


Hace algún tiempo ya, he comenzado el camino hacia un saber para el reconocimiento de nombres de flores y plantas. Si bien lejos estoy de la pericia, ya puedo distinguir, casi sin margen de error, un eucaliptus de un fresno, un tilo de un plátano, un lacito de amor de un jazmín del cabo, una rosa de una cala.
Pero este saber, compruebo, esta riqueza, trajo aparejado un empobrecimiento, a saber, el empobrecimiento de la literatura. Al menos de aquella que, en algún momento, con mayor o menor énfasis, con más o menos necesidad, las alude.  Ya no evocan, esos textos, un mundo ajeno y por tanto más brillante o menos precario. Quiero decir, desde que conozco de qué se me habla cuando se habla de madreselvas, ceibos o malvones, ya no es mágico el bosque ni el jardín. La literatura, quiero decir, también vive de la ignorancia. O, dicho de otra manera, cuanto más interesante es el mundo, más irrelevante es la literatura. Al menos aquella que vive quizá excesivamente del mundo.  

sábado, 14 de marzo de 2015

Pehuajó


a la señorita Amalia, mi partera 

Mi partida de nacimiento detenta, entre sus tintas, una, que bien podría ser considerada un alto capítulo de la gauchesca argentina del siglo XIX. Ascasubi 635. En Pehuajó. Allí Amalia, la partera del barrio, me arrimó borrosamente, supongo, a la luz. Me explico. Pehuajó (porque no todos tienen la obligación de ser pehuajenses) ostenta, por el absurdo, podríamos decir, pues casi nadie sabe allí lo que se nombra, en todas sus esquinas, el nombre de algún escritor del siglo XIX. (O la intersección de dos, diríamos mejor, Sarmiento, esquina Alberdi, por ejemplo)Y como el siglo XIX es como una Gran Gauchesca, podría decirse que la historia de esa hermosa literatura reside en las calles de mi pueblo de origen. El encargado de tan curiosa obra fue Rafael Hernández, quien presidió el primer Honorable Consejo Deliberante de la futura ciudad.
Por eso, cada tarde, podría decirse que yo evolucionaba hacia la casa de mi abuela, en José Hernández 150. Entre Esteban Echeverría y Estanislao Del Campo.
El único escritor agregado, tiempo después de la fundación del pueblo, fue, claro, Jorge Luis Borges, que se apea a los carteles azules de la calle principal. Y no desentona, diremos, si le creemos a aquel escritor que prefiere colocar al unánime poeta entre quienes vivieron y escribieron un siglo antes. Pero poner a Borges en el centro, yo lo dije una vez en un bar entre cerveza y cerveza en el que nadie por supuesto me oyó, es de una falta de creatividad lamentable.
Cuando, por fin, volví como escritor a mi pueblo, propuse otro nombre. Juan Manuel de Rosas. Porque en el centro, alegué, antes de que me dijeran la obviedad que presumía, porque el centro de toda literatura siempre es alguien que prescinde de la pluma. El escritor de los escritores.
Tiempo después me entero de un proyecto en la legislatura municipal. Alguien había propuesto poner a Rosas, alegando mi sugerencia, pero sin sacar a Borges, sino desplazándolo al acceso de entrada a Pehuajó, una ciudad hermosa e irrecuperable. Patria en la que sigue en disputa (cosa que no asombra en una ciudad casi del pasado) la mejor literatura nacional.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Los contemporáneos


El único lector atendible es la posteridad, decía mi abuelo, minutos después de alcanzarle, la cara llena de amable gratitud, un par de cuentos o poemas a los chicos del suplemento cultural del Diario La Hora del pueblo. El suplemento se llamaba, excesivamente, “los contemporáneos”, y era un rejunte de notas sobre alguna película estrenada la semana pasada en los cines de Buenos Aires, de concursos, de premios, y de textos que les facilitaban, con esforzada indolencia, los vecinos escritores, que los había.
El único lector válido es la posteridad, decía, y le palmeaba la espalda y los brazos a los chicos en ambiguo gesto de afecto y deseo de que no demoraran la partida. Esto, si no me justifica, al menos explica mi ocio en vida, decía. Lo otro, lo que quizá jamás yo publique, lo que quizá publiques vos o nadie, es lo que acaso me justifique en serio, si es que esa pretensión no es ridícula. Y la posteridad, ese lector con tiempo, decía, es el único lector que vale la pena. El resto, esas basuritas que publicamos a diario, como todos sabemos y muchos ya han dicho, es como esas chapitas que brillan en los hombros lustrosos de los comisarios y los brigadieres. Un buen lector, decía, por definición, nunca puede ser contemporáneo. Son buena o mala gente, buenos o malos amigos, corteses o despóticos, rencorosos o altruistas,  pero no lectores cuyos murmullos puedan ser tomados en serio. Pero con algo debemos entretener la vida, ¿no es cierto? me decía y me sonreía sabiendo que yo, a mis seis u ocho años poco o nada podría entender de todo eso. Pero hoy lo recuerdo y lo atiendo.
Mi abuelo sacó el Premio Municipal de cuento en el 45. Lo recibió, me contaron, diciendo que aprovechaba el micrófono para agradecer, por supuesto, el “invalorable reconocimiento” (como se ve, mi abuelo nunca mentía del todo) y para decirle al Pelado Monte, carrero, que le debía todavía cuatro arreglos de sulky, una rueda, y dos enganches nuevos. El abuelo era herrero, ya lo he dicho, y de los dos cuadernos rojos que dejó aún no me decido a publicar nada.

martes, 3 de marzo de 2015

El proceso

(Novela en cinco capítulos)

Capítulo I
un hombre borroso se encierra en un aula apretada

Capítulo II
el cuarto ajustado se achica hasta dejar salvas las últimas partes del cuerpo

Capítulo III
los ojos azules se le cierran

Capítulo IV
respira

Capítulo V
ahora sólo respira


la agonía

"Todo es imposible"
Franz Kafka; El proceso

un vaso de agua, dijo
no
respiración artificial, dijeron
no
aire
no no no
mientras su mano sin yemas se estiraba sin puños hacia un sitio sin brazos en donde estaba recostado sin cuerpo la sombra sin alma de un libro

el río


el río se mueve
y el hombre escribe que el río se mueve
el río serpentea
y el hombre escribe que el río serpentea
el río, ahora, se encrespa
y el hombre escribe, ahora, que el río se encrespa
pero un hombre mira de lejos la escena del hombre y el río
y escribe que un hombre ha escrito en la arena las cosas del río
sólo yo no he sido visto de nadie
quizás
claro que tampoco
al acercarme a la arena y ver las rayas mojadas
he visto al hombre
que mira al hombre
ni al hombre
ni el río