En un desierto de arena,
con las manos enlazadas,
busca una voz presentida,
más allá de las palabras.
O en lo verde ya infinito
de esos campos que lo llaman,
busca el gusto de lo eterno
sobre un prado que no habla.
Junto a un mar que lo decrece,
con los ojos sin mirada,
quiere a lo lejos perderse
tras el silencio del agua.
La noche se ha detenido,
y en el cuarto de una casa,
siento más próximo el mundo
entre las cosas calladas.