al esperado Ernesto
Me acosté Cristian. Como cada noche, soñé con la coronación.
La noche fue larga porque fue la noche anterior. La vida previa. Esa noche me
coronaron Ernesto. No como noches anteriores en que fui Eva, fui Atahualpa, fui
Oliverio, fui William, Silvina, Juan José, Jorge Luis, y hasta fui nombrado Emanuel. Me
acosté Cristian, como cada día. La noche me dio en unción el memorable,
esperado nombre de Otro. Sé que despertaré ungido. Nuevo. Nominado. En esta
postrimería del sueño, en esta víspera larga, sólo una duda le vuelve a mi
cuerpo. Quién, que ya no conozca demasiado, me espera intacto, deseado, cuando amanezca,
del otro lado del nombre.
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