apenas un rayo de luz ilumina y calienta en silencio la cara atenta y el libro
un sol apenas enrejado que insiste y sostiene un viejo cariño de cuando el amor se mascaba sin vidrio
un amarillo milagroso que pone blancas las manos y finge la vida en el papel
en un rincón más allá la sombra que muda y se triangula
atraviesa la reja una vieja estación que ha nacido nueva otra vez vieja como una infancia
yo leo el libro ahora junto a un niño que poco a poco se irá yendo hacia un pueblo que no ha muerto aún
seremos dos por un rato
mientras tanto
lentamente
comeremos del mismo plato caliente y gentil que ha venido nuevamente a no olvidarme el sol
El sol es siempre el mismo, a nosotros perpetuos e impresionables niños nos sigue encandilando esa luz que ilumina el corazón de las palabras aún más de lo que el libro puede iluminarnos. Soberbio, como siempre Cristian.
ResponderEliminarGracias por la generosa lectura, Pedro.
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