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viernes, 16 de julio de 2021

Elegía de invierno

  

Hoy es diez de Julio,

es de mañana,

estamos en la ciudad de La Plata

y es invierno.

No deberíamos perder la oportunidad,

pienso, mientras camino por el parque

y el frío me tensa los hombros, el cuello,

las manos,

de ver los árboles por dentro,

de entender al menos de una manera visual,

profunda, casi instintiva,

cómo están hechos los árboles,

sus troncos macizos, sus ramas,

sus curvaturas, sus rectas,

sus líneas ascendentes, verticales,

o descendentes, oblicuas,

sus cruces, sus encuentros,

sus figuras imperfectas,

las ramas que siguen,

las que se quedan,

es decir, su estructura, su mecanismo,

su complejidad,

luego vendrá la primavera,

allá por septiembre,

volverán las hojas,

aunque sabemos que las hojas no vuelven,

sólo nacen otras nuevas,

las viejas se mueren y desaparecen,

pero nos gusta pensar con esas ideas a veces,

que son las mismas y que entonces vuelven,

llegará la primavera, decía,

allá por septiembre,

con su calor, su tibieza,

con sus hojas, sus flores,

y entonces,

sólo veremos de los árboles eso que los recubre,

eso bello que los informa,

los presenta,

eso que les otorga su esfericidad, sus triángulos,

sus conos, su densidad,

sus sombras,

eso que también son ellos, claro, todas esas hojas,

pero en su terminación,

en su ofrecimiento,

en su espectáculo,

ahora, en cambio, en este invierno,

esta mañana, por ejemplo,

en este parque,

con este frío,

si uno camina incluso por las calles y mira los árboles,

entonces ve la madera que las hojas luego nos ocultan,

más blanca si es un álamo,

oscura si es un fresno,

rugosa,

o lisa y sin relieves,

es decir, uno ve también su textura,

ahora,

eso anterior,

su manera descansada,

despojada y distendida de estar,

nunca había pensado, hasta hoy,

en la maravilla de esos mecanismos,

de esos sistemas de varas,

de esa trama de madera entretejida que es un árbol,

el encanto de sus grosores diferentes,

su sensibilidad al viento,

sus estabilidades relativas,

su necesidad,

su extensión,

aconsejo, si me permiten,

mirar esas cosas en días distintos,

porque lo que uno ve, además de la estructura,

además de lo inextricable o sencillo de esas líneas,  

es el cielo contra el que se mira,

cielos blancos,

cielos celestes,

cielos oscuros,

cielos lisos,

cielos brillantes,

cielos brumosos,

cielos anodinos,

aconsejo, si se me permite, también,

ir solo,

ir callado,

preferiblemente,

todo

o casi todo se pierde si uno deja las cosas en las palabras.

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