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martes, 21 de septiembre de 2021

Elegía XV

 

Mirar un pájaro,

línea por línea,

pluma por pluma,

detenidamente,

después,

mirar una hoja,

la curva de sus bordes,

su textura, su forma,

la trama de sus arterias,

imaginar la savia,

luego,

que corre por dentro,

silenciosamente,

sentir

en esas cosas que dios no tiene prisa,

quizás tampoco motivo,

razón,

para seguir creándonos,

incansablemente,

y aún así,

misteriosamente nos crea,

cada día,

nos da sus leyes,

sus formas,

sentir también

que las palabras son como manos,

entonces,

tan sólo manos,

señalando las cosas,

que la sustancia está en los ojos,

en el tacto,

en lo invisible,

en lo cálido de nuestra circulación

silenciosa,

en lo involuntario,

en lo incorregible de nuestro diario jadeo,

incluso en el tiempo,

que nadie ve pero ocurre,

mirar un pájaro,

decía,

línea por línea,

pluma por pluma,

demoradamente,

una larga mañana de domingo,

y pensar,

después,

que si dios viviera,

si dios estuviera acá

con nosotros,

en esta larga mañana de domingo,

que nunca pasa,

estaría orgulloso de sus hojas,

de sus mañanas,

de sus pájaros.

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