La sombra que te sigue, Macarena,
la sombra que no te deja oscilar en el vacío como un
péndulo,
o en el mar como una pluma,
en el río como un trébol,
la sombra que te saca de la risa,
de la convicción, de la alegría,
quizás también de la belleza,
la sombra que te vimos una tarde en medio de la luz,
de toda la luz, Macarena,
que a veces es toda la luz,
Macarena,
detrás de un gesto,
la sombra que te ocurre cada vez,
la que te sitia, te hiere,
te socava,
es la que te perfuma, Macarena,
también,
la sombra quizás por la que te amamos,
la que te hace mejor,
mucho mejor que todos nosotros,
la sombra por la que otros amaron a Cristo,
o a Giordano Bruno,
que no pudo amar a Cristo,
esa sombra, Macarena, que te sigue,
que no te deja libre como un péndulo,
como una pluma en el mar,
una hoja en el vacío,
un trébol,
es la sombra que te alumbra, Macarena,
la que te saca del nombre,
también,
de las categorías, de las palabras,
del poema, de los otros, Macarena,
de la tierra,
del agua,
del cielo,
de mí.
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