Buscar este blog

domingo, 19 de agosto de 2012

Los síntomas de Lionel

En poco espacio yacen los amores
y toda la esperanza de mis cosas
"Soneto XXV"; Garcilaso de la Vega

Detrás de todo hay un enfermo, eso es verdad, pero no alcanza. Una variación sobre este tema sería la siguiente: el motor de la historia es la enfermedad. Esto también es cierto, pero me deja también en la misma falta. La falta de saber con qué lado del cuerpo, el lado sano o el enfermo, trabajan los sabios. Roger Federer, Jorge Luis Borges, Diego Maradona, Van Gogh, Rafael Nadal, Shakespeare, Chopin, Fangio y Rimbaud. Con qué parte del cuerpo dibujan la raqueta o sirven la palabra, trazan la pierna o conducen el pincel, percuten las ruedas o fingen un reloj.
     Hubo un hombre acá en La Plata que lo dijo casi todo. Dijo que todos éramos discapacitados, sí, pero que había un perímetro (y nunca nos condujo al rincón del ring side donde había que buscarlo) en el que también dejábamos de serlo. Y vaya él si lo logró. La lógica más simple indica que ese perímetro es el lado sano del cuerpo, la pata de hueso, digamos, la mano hábil. Sin embargo no creo que esa sola, así tan sola, sea la respuesta.
     Tampoco diré que la respuesta esté al otro lado del césped, no, pero es evidente que estos escasos, raros hombres que nombramos no han dejado de lado su enfermedad para llegar a encarnar de manera tan grosera la sabiduría. Claro que lo que digo, lo que sigo, es una mera y vaga intuición, y así debe ser bebida. Nada de rigor, y no por que le rehúya a él sino porque a veces me arrojo a mares en los que siempre me hundo. Diré, decía, que la cosa, sospecho, está en no despreciar la mano manca, en no jugar siempre del lado del drive, más vale jugar en ella, en la renguera, arrastrarse en ella, dedicarse a ser manco, ser más que un ciego, buscar las palabras de la mudez.
     No agrego nada, ya lo sé, sólo un planteo obvio y una vaga intuición. La enfermedad está detrás de cualquier quiebre de saque, detrás de cualquier gol a los ingleses, de cualquier mundo alucinado de hermosos jardines paralelos. Detrás de todo, digo, hay un enfermo cuya cama blanca de hospital es un velódromo para viajar a 240 o escribir que la verdadera vida está ausente. Ahí se juega la vida. Ni en uno ni en otro lado del cuerpo. Sencillamente porque no los hay. No hay lado sano. No hay lado enfermo. Hay un cuerpo que te aprieta tanto, que te arroja tanto, que te tira al suicidio, a la vida santa, o a la sabiduría. No sé cuántas cosas deberán pasar para caer uno en uno u otro lado de la red. Sé que algunos padecen de una enfermedad, de una desesperación crónica cuya única cura es pergeñar un punto en un sótano porteño desde el que se ve sin pausa o sin tiempo el universo en su totalidad. Y eso, no jodamos, eso no es síntoma de salubridad.

1 comentario:

  1. La enfermedad, sobre todo la mental, ha sido relacionada, sin certeza, con la creatividad. Bustriazo Ortiz dejó de ser alcohólico y no escribió un solo verso más.
    Y yo sigo preguntándome...

    ResponderEliminar