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sábado, 22 de febrero de 2014

Un cuento de horror

Cuando despertaron estaban muertos. Caminaron sin embargo. Escribir es la manera más estúpida de estar desesperado, le dijo. Es limitarte la libertad de estar exhausto. Escribir no es una manera, le contestó. Escribir es un hacer al viento una promesa. Es descansar, le dijo, mostrarle las rodillas al rey. Quien escribe se calla. Es quizá la forma más perversa de la calladura. Escribir no es una forma, contestó. Es la fatalidad demostrada en acto. Es un círculo vicioso que nunca nadie inició, que ya no se termina. Escribir es abrir nuevos falsos evangelios, es cambiar a Dios por chorros de imprenta, por dibujitos en al hoja, le dijo. Escribir no es una forma, contestó. Escribir es el grito que se puede. El paraguas que se puede. El hijo no se ha tenido. Escribir, le dijo, es un modo de la falta de valor. Es la infame consecuencia del fracaso en laurel travestida. Es la manera más vil de la falta de prójimo. Escribir no es un modo, contestó. Escribir es una fuerza escasa pero única. Una intimidad contagiada. Es un vínculo borroso. Cuando dejaron de hablar estaban muertos. Siguieron caminando sin embargo.

2 comentarios:

  1. Disiento: No es un horror, es hermoso y profundo como todo lo que escribís. Otro disentimiento: escribir no es una calladura. Es otro modo. Besos de la que se fue sin que la echen y volvió sin que la llamen. Mentira, me llaman tus "calladuras" Ja.

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