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sábado, 8 de diciembre de 2012

Autonomía de la sombra II


Volvió el sol a exigirle una sombra. Lo iluminó de frente, con lo cual, la sombra saldría de su espalda. Esta vez, sin embargo, prefirió caminar en contra de su dibujo en el suelo. Fue hacia el sol que se ponía ya, como siempre, en el Oeste. Era el ocaso. Sabía que su sombra haría lo mismo, pero en simetría, por el camino inverso. Se conocían. Por la calle que da a la Cruz de Manuel, vías adentro, fue alejando su cuerpo del punto justo en donde su sombra y él comenzaron a olvidarse. Ella haría lo mismo, lo sabía, pero a la inversa. Quién se alejaba de quién, pensaron. Porque amén de alejarse una del otro, amén de caminar por senderos ajenos, amén de criar sombras nuevas el cuerpo, y cuerpos nuevos la sombra, amén de la equidistancia larga de la partida, amén de tener la mirada puesta en horizontes diversos o antagónicos, incluso, amén de casi todo, repito, de casi todo, ellos nunca dejaron de pensar lo mismo.

1 comentario:

  1. La mayoria de las veces no conoce de nosotros mas que nuestra sombra, a veces nosotros mismos nos sorprendemos de ser su origen. Esta magnifica tu propuesta de nueva vida en cualquier orden, volver a ser el de siempre sin que la opinion de nadie, nuestra sombra, nos cndicione. Como sueles magnifico.

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