V
a Elisa, que sabe
Toda vez que contradijo al viento, Perico Remón terminó muerto o herido. Perico no cree siquiera en el libre albedrío del viento. Pero lo respeta. No le reza. Pero lo espera. Sabe que solo le compete el aprendido trajinar de las velas. Y apenas. Un viento lo recorre por dentro. Él sabe. Un viento sopla los vientos. También. Un viento le arrasa la fuerza, un viento le exhuma el deseo, el recuerdo, un viento lo sienta en un banco en el medio de un bote, un viento le alza la frente, lo rodea, un viento que ve después en horizonte, que arrastra el sol, que borra la luna, que la devuelve. Y toda vez que contradijo al viento, Perico terminó herido o convencido que no hay casi nada más que ese viento. Pero eso es cosa aprendida. Y ya no lo cree poco. Nada que nadie, ni las ramas, ya no sepa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario