VIII
Perico Remón vadea las paredes del tiempo. Pero también sus
aberturas. Pasa, sencillamente. Pero también vadea las paredes del cuerpo. Del
cuerpo que lo enrolla y del tiempo también de las islas que sin quererlo trasciende. Pasa,
apenas. Pero también apenas, se queda. Perico no se traslada más bien fluye.
Como el dolor fluye, como una pena vieja. Sólo al frente un río. Al costado un
río. Atrás un río. Al lado un río. Adentro un río. Sólo pasa sencillamente. A
través de nada. De nada en pos. De nada. Sólo una luz oscura que tiembla sin
caerse del todo ni sostenerse firme en nada. Perico Remón lamenta las
conclusiones del tiempo. Pero no cree. Viaja.
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