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viernes, 3 de febrero de 2012

El escritor y lo escrito

"Un buen libro es sólo un buen síntoma
de una buena enfermedad.”
(M.A.Daireaux)


Una vez me animé a llevarle un poema mío a mi abuelo, sin decirle, por supuesto, quién era el autor. Él estaba en el galpón con las manos negras de aceite. Después de un rato, un poco desganado, dejó de hacer lo que estaba haciendo y leyó el poema. El texto era breve. La lectura, en cambio, fue larga. Más extensa, incluso, que el tiempo de la  escritura. Tomá, me dijo al cabo, y siguió trabajando. Yo le seguí las manos por un rato hasta hacerlo reaccionar. Qué querés, se fastidió, ya lo leí. Yo hice un gesto inequívoco con los hombros al aire y los labios hacia arriba. Entonces se quitó los anteojos y giró todo el pesado cuerpo. Es muy evidente, dijo con pausa, que detrás de este poema, sea quien sea su autor, hay un escritor más que interesante. (Yo me envalentoné.) Pero el poema, eso que yo leí, es una porquería.

2 comentarios:

  1. SIN ANESTESIA. Pero qué gran lección para seguir trabajando y sacar al buen escritor. Qué suerte que le hiciste caso.

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  2. exacto, liliana !! estoy de acuerdo !! muy, muy bueno, cristian.

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