“Había una vez un García
que dejó la guía para ser Charly”
(Gabriel Báñez)
Cuenta la historia, o la fábula, que fue por un severo ataque nervioso, una falla neurológica, producto de complejos conflictos vitales, que Carlos Alberto García Moreno llegó a la insalvable conclusión facial de compartir dos colores a lo largo y ancho de su fino bigote. Leído de izquierda a derecha, como debe leerse cualquier bigote, el espacio ubicado en la parte superior de su boca, y alrededores, comienza en blanco y termina en marrón. La cesura ingrata que se produce, encima, impide hablar de hemistiquios, dado su carácter asimétrico, en este raro verso capilar. La falla empieza intempestivamente, sin llamados ni permisos, antes de la línea vertical imaginaria que proyecta hacia abajo la nariz. Con lo cual son aproximadamente dos tercios de bigote los que han quedado más o menos intactos. El tercio restante, que en realidad es el inicial, el fundante, leído de izquierda a derecha, está corrompido por la falla más profunda, histórica, cuya causa sería superfluo rastrear. Cuenta la historia, o la fábula, que los amigos de Carlos le arrimaron su lógica, a saber, dar tintura a la alteración, encubrir la marca, desmentirla con color marrón. Tenían su razón, a saber, la normalidad de la franja, la clausura descriptiva del error, la pintura prolija sobre la grieta, la macilla blanca en la fisura, el maquillaje en la cisura, incluso alguna aceptable idea de belleza. A Carlos, sin embargo, parece, no le satisfizo la solución. Quizá porque no entendía el problema, o, mejor, quizá porque hacía mucho tiempo que no desconocía la rara trama de su vida. Ni la lógica profunda del arte.
Muy bueno. Me parece a mí o ¿jugás con la aliteración?
ResponderEliminarQué gusto reencontrarte y leerte. Estuve en un Encuentro de Escritoras en Panamá. Linda experiencia. Besos.